La ciudad, el transporte y el caos…

La ciudad, el transporte y el caos…

El siglo XIX con el desarrollo capitalista, en la ciudad en particular (EE. UU., París  e Inglaterra)  permitieron el nacimiento de las ingenierías y, con ellas, el predominio de una visión de la ciudad. Las infraestructuras de la ciudad, las obras de saneamiento ambiental, las vías de circulación y el Metro se crearon  en esa época en grandes espacios pocos densificados y, en la mayoría de los casos,  la población y el proceso de urbanización siguieron  esa “tecnificación de las ciudades”.

Las ciudades crecieron pero esta vez, al ritmo de los procesos migratorios de la población y se trató de “re-urbanizar la ciudad” o solucionar los problemas que engendró ese proceso. Desde entonces,  los desafíos urbanos  resultaron más complejos y necesitaron de nuevos enfoques y nuevas herramientas para la toma de decisiones. Implicaron abrir la participación a otras disciplinas como la economía urbana, el urbanismo, la sociología urbana  y a los diversos actores e intereses de una ciudadanía que comenzó a reclamar participación en las políticas públicas. Sin la aceptación de esas premisas, las explicaciones  son siempre las mismas: falta de planificación urbana y las soluciones, son siempre técnicas.  El caos, el desorden, el individualismo y la desobediencia son el pan cotidiano del dominicano: en los bancos, en los elevados, en las filas, en las reuniones, en los colmados, pero predominan en nuestras calles y avenidas con los motores, los autos, las guaguas, los delivery y las carretas. Solo cuando Trujillo hubo orden.

El transporte, público y privado, las vías de transporte y comunicación son partes de la ciudad, formal e informal,  de sus autoridades, de sus mecanismos de crecimiento, de sus actividades, de su población y de los movimientos pendulares, dependen, para su funcionamiento de la educación de los ciudadanos, del sentido de la responsabilidad colectiva y de una disciplina que solo se aprenden en la escuela, en la familia y en el trabajo.

Por lo tanto, no es posible solucionar los problemas de caos y desorden, pérdidas de tiempo, consumo excesivo de combustible con solo modernizar los semáforos, sincronizarlos, permitir giro y construir isletas y carriles divisorios.  Regulando las actividades, alternando horarios, delineando carriles preferenciales, imponiendo las localizaciones industriales, urbanizando las áreas cercanas,  descentralizando las oficinas de Gobierno y con una policía educada, civilizada y respetada, también se regulan el transporte público y privado.

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