Más deporte y menos embutidos. En la ciudad española de Narón, miles de habitantes se han aficionado a caminar diariamente para adoptar un modo de vida más saludable y perder 100.000 kilos de peso en dos años.
“En el siglo XXI, la gente se olvida de que estamos diseñados para caminar”, constata cada día el doctor Carlos Piñeiro, un médico de familia de 63 años.
Piñeiro es uno de los iniciadores del programa “100.000 motivos de peso”, lanzado en enero en esta pequeña ciudad de Galicia.
Tan implicado está que no es raro verlo con sudadera en un parque, dirigiendo los calentamientos de una docena de caminantes.
Adiós al cerdo
“En España, donde decimos que del cerdo se come desde la punta del rabo hasta la punta de la nariz, yo, lo primero que eché de mi dieta fueron las vísceras de cerdo, las tripas, y también la panceta y los embutidos”, explica Conrado Vilela Villamar, un exoperario de grúas de 65 años y desde hace meses aficionado a caminar a diario.
Narón, a orillas del Atlántico, tiene unos 40.000 habitantes. Entre ellos hay 9.000 personas con sobrepeso y 3.000 con obesidad, dice Piñeiro.
Una sesión de gimnasia en Narón (España), el 13 de septiembre de 2018© AFP MIGUEL RIOPA
Todo ello en una región, Galicia, que cuenta con el mayor porcentaje de personas con sobrepeso en el país, según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología.
“El clima es lluvioso, se está muchísimo en el domicilio y hay una alta ingesta de calorías diarias”, explica el doctor Piñeiro, cuyo programa cuenta ya con 4.000 seguidores.
El dispositivo combina un régimen alimentario personalizado con actividades físicas adaptadas, y se ha vuelto popular en la localidad. Tiene el apoyo oficial del ayuntamiento, donde la alcaldesa Marián Ferreiro y todo su equipo se pesaron simbólicamente en una báscula gigante.
“Voy a pasear con otra gente, compañeras, incluso una señora de 80 y pico de años, que se agarra a mí”, cuenta María Teresa Rodríguez, una ama de casa de 55 años que presume de resultados subida a la balanza del centro de salud. “En marzo pesaba 82 kilos, ahora 70”, dice.
Su jornada incluye una hora y media de marcha o de gimnasia, además de la clase de baile del viernes, pues gracias a la dieta y al ejercicio no le duelen ya las piernas.
En la ciudad, 18 restaurantes proponen platos menos ricos en calorías, que privilegian los productos del Atlántico.
“Sustituyo las sales por algas, infusión de pescado o un simple mejillón deshidratado, y las mantequillas por aceite de oliva virgen”, explica Diego Platas, chef del “Refugio”, mientras cocina jurela, un pescado barato de la zona.
“Pedaleo mientras leo”
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió a los europeos que el incremento de la esperanza de vida podría verse truncado bajo el efecto del sobrepeso en una parte cada vez mayor de la población.
“No es fácil convencer a la gente, para nada. Algunos dicen: ‘Faltaría más, que el médico me dijera lo que tengo que hacer’”, señala el doctor Piñeiro.
El médico tiene sus esperanzas puestas en los niños, sensibilizados en la cuestión gracias a un proyecto piloto en el colegio Jorge Juan, que cuenta con profesores de lo más motivados.
Así, cuando llega el recreo “salimos a pasear media hora cada día en el paseo marítimo, los alumnos de secundaria y los profes, todos juntos”, dice María José Cazorla, una docente de 55 años que ha perdido 14 kilos en un año.
En este centro, los 224 alumnos tienen la posibilidad de hacer una hora diaria de actividad física. Los más reacios tienen la opción de subirse a una bicicleta estática, como parte de la actividad “pedaleo mientras leo”.
Los alumnos que viven cerca son animados a venir a pie, en bicicleta o en monopatín. Una pulsera electrónica avisa a sus padres de que han llegado bien.
Además, en el colegio se distribuye fruta por la mañana, por lo que presume del eslogan “engánchate a la fruta”. Eso sí, a los niños “nunca se les habla directamente de peso”, porque podría ser “estigmatizador”, añade el doctor Piñeiro.
Más allá de los 100.000 kilos que perder, el médico espera que la gente adopte “un estilo de vida saludable, para frenar las enfermedades crónicas”y de paso las hospitalizaciones y los gastos en salud.