La ciudad mágica del VATICANO

La ciudad mágica del VATICANO

CIUDAD DEL VATICANO. Cuando el colega Edgar Lantigua y yo llegamos a la terminal en Roma, después de haber recorrido dos horas en tren desde Milán, le dije: “¡pellízcame a ver si esto que ven mis ojos es realidad!”. Edgar sonrió y dijo: “Son las nueve de la mañana, tenemos que aprovechar el tiempo y comprar un mapa”.

Desde el inicio, la idea fue vivir la aventura sin tomar una excursión o un guía… Así lo hicimos y créanme que tomar un autobús público y el tren de la ciudad fue la mejor decisión, pues mientras íbamos hacia la Ciudad del Vaticano, pudimos ver y disfrutar el encanto, el arte y la historia de Roma.

Para hacer eso, hay que comprar un boleto que cuesta 6 euros y es válido para un día completo; lo puedes utilizar las veces que quieras ya sea en bus o en tren.

Como nuestro interés era conocer la Ciudad del Vaticano, lo primero que hicimos fue tomar el bus 47 que va directo al Vaticano.

Quien ha tenido un sueño que cree inalcanzable, y que de repente se convierte en realidad, entenderá esta reseña. De adolescente, en las aulas, era un tema obligado hablar de Italia y sus famosas pinturas, y de Roma, una de las ciudades más emblemáticas, por resguardar una metrópoli como la del Vaticano con vida propia y con cientos de años de historia.

Fue gracias al Ministerio de Turismo de República Dominicana, que me invitó a participar de la BIT 2014, en Milán, la cual sigue siendo la feria de turismo internacional que ofrece lo mejor del turismo italiano e internacional, que pisé por primera vez, Italia y desde ahí llegue a Roma, para pasearme y sentir de cerca esta famosa Ciudad del Vaticano, y contarles en esta crónica descriptiva, mi paseo y experiencias por ese lugar donde a pesar del flujo enorme de personas, se siente paz y una extraordinaria visión de los grandes hombres de esa época en el arte y la pintura.

Cuando penetras a la Ciudad del Vaticano, después de pasarte varios minutos observando la plaza de San Pedro, que es la gran antesala de la Basílica de San Pedro, y en donde la vista no alcanza para poder observar en toda la explanada las figuras de 140 santos, comenzamos a hacer una fila, que en ocasiones es enorme, tan enorme -según nos contaron- que hay momentos en que fácilmente se tome un espacio de cinco a seis horas penetrar a la Basílica de tantos turistas.

Pero ese día, quizás porque era bien temprano en la mañana, accedimos a la Basílica fácilmente y el cielo nos regaló también un día soleado a pesar del frío que hacía en Roma.

Ya en el interior, este lugar exhibe mosaicos representativos de distintas jerarquías de santos en torno a Dios. Se puede observar la estatua realizada en bronce, de San Pedro, a la cual los peregrinos besan el pie derecho en señal de devoción y fidelidad al papa. También hay cuatro grandes pilares que sostienen la cúpula donde albergan cuatro nichos que guardan los restos de diferentes santos, sobre los cuales existe un balcón con rejas donde se guardan diversas reliquias de cada uno de ellos.

Aquí hay de todo, y de una belleza extraordinaria. Dentro de la basílica hay pequeños espacios donde se hacen misas todos los días. También encuentras muchos objetos únicos, de gran belleza; descifrar cada uno de ellos sería imposible.

En el centro se puede apreciar el balcón de las bendiciones, desde donde el papa imparte la bendición al mundo entero (Urbi et Orbi), además de hacerlo en Navidad y en Pascuas.

El recorrido siguió por los museos del Vaticano. Para llegar hasta allí, hay que salir de la Basílica y caminar todo el borde de la plaza. Un letrero indica que hemos llegado, y pagando 16 euros, entramos al lugar, ansiosos por ver todo aquello, pero sobre todo la Capilla Sixtina y los Jardines.

El boleto nos permite observar una gran cantidad de enormes pasillos pintados en los techos y diversas salas. Entre las más populares se encuentran la Sala de Rafael, el Patio Octogonal, la Galería de los Tapices y la Galería de los Mapas, entre otras, donde podemos impresionarnos con bóvedas, cuadros, esculturas, gran variedad de objetos antiguos pertenecientes a la Iglesia y una colección de cruces, crucifijos y accesorios propios de los papas.

Los llamados Museos Vaticanos son un enorme complejo de museos que abarcan más de 1,300 habitaciones distribuidas en 12 grandes salas que albergan gran cantidad de obras de arte. Visitarlos a todos es imposible en un día, pero si eres hábil, puedes darle la vuelta casi en su totalidad.

Y entre objetos y colecciones llegamos a un pasillo angosto, pero muy hermoso por los cuatro costados, que nos conduce a la Capilla Sixtina, uno de los lugares más importantes que hay dentro de la ciudad del Vaticano. Es justamente en este lugar donde se celebra el cónclave de los obispos para realizar la elección de un nuevo papa; además cuenta con la impresionante y mundialmente famosa pintura “El juicio final” realizada por Miguel Ángel.

Allí, ante la cruz, también tuve tiempo para orar y dar gracias a Dios por todas estas oportunidades. Pase a la página 8C

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