La ciudad y el miedo

La ciudad y el miedo

Una de las mayores preocupaciones de los urbanistas en la actualidad es, sin dudas, la violencia (en) y (de) nuestras ciudades. La globalización y el modelo neoliberal produjeron grandes cambios en las formas del proceso de urbanización: los territorios se expandieron de forma difusa sobre todo en los extremos urbanos, se produjeron notorios procesos de conurbación, en otros casos y otros lugares vimos “urbanizaciones cerradas” y torres “electrificarse” para protegerse. Esos procesos se dieron, al mismo tiempo, en casi todos los países de América Latina, con la profundización de la pobreza. Pocos prestaron atención a esos fenómenos de producción de la ciudad que iban a la par con el deterioro de las condiciones de vida, de ciudadanía, de convivencia y de integración. En los 80 insistimos en “ese derecho a la ciudad” que tenían los pobres, advertimos, en muchos escritos, sobre la peligrosidad de los constantes desalojos que rompían las redes de solidaridad y obligaban a la permanente “reconstrucción de la ciudad y esas redes sociales, en las afueras de la ciudad formal”, era nuestra manera de advertir sobre la violencia y la delincuencia que fomentaría la exclusión y la segregación. El Siglo, con su comité de lectores, organizaba, el mismo 11-S, un coloquio sobre la violencia urbana que evidentemente pasó desapercibido. Poco a poco, nuestras grandes ciudades dominicanas se tornaron impredecibles, antisociales, peligrosas y agresivas. En ellas, ya tenemos miedo y ese miedo nos está transformando. Ya no somos los mismos “urbanos” que años anteriores, hemos somatizado el miedo: evitamos lugares, no salimos de noche, le tememos al ruido de un motor, no queremos ayudar a nadie en la ciudad y al mismo tiempo fuimos adoptando mecanismos de auto-protección, verjas, puyas, electrificación, alambres de puas, nuestras conductas han cambiado, ¿seriamos todos ya ¿paranoicos? Casi, la violencia ya no es, solo urbana, se difusa y propaga en nuestras campiñas y carreteras. No dudamos que surgirán nuevas investigaciones asociadas con sicólogos como lo que hicimos cuando se “violentaba a la ciudadanía con los desalojos de San Carlos y de Villa Juana y se sembraba el miedo al desalojo en los barrios de la parte Norte de Santo Domingo”. La violencia urbana y el miedo que genera, no solamente fomentaran un nuevo tipo de “ciudadanía” sino también un nuevo tipo de literatura y también nuevas enfermedades ligadas a la intranquilidad, a la ansiedad, al pánico y a re-acciones de agresividad. Somos una sociedad en transición, como nuestras ciudades que amerita ante todo, investigaciones y políticas públicas, desde el municipio y el gobierno para ciudadanizar de nuevo una población que la modernidad ha relegado. Ella es la clave para volver a la convivencia social.

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