La clandestinidad de los sentimientos

<P>La clandestinidad de los sentimientos</P>

La Habana 1993
El sentimiento es algo muy consustanciado con el amor y lleva connotaciones de rebeldía, de reclamos por la justicia social.

Por eso, a los poderes constituidos, legal o ilegalmente, no les conviene que la gente sienta.

Son las conclusiones para un comienzo de una conversación con el tinte de lo cotidiano en un hombre que ha hecho fondo con la poesía: Mario Benedetti.

Buen cosechero de distintos géneros literarios, Mario Benedetti destila por sus labios, con un amistoso mensaje, que, pese a la sonrisa, no compromete una  pulgada de fidelidad a los más nobles principios.                                

Preguntado sobre el estado de casi clandestinidad que vive el sentimiento, responde afirmativamente y agrega:

«En América Latina y en el mundo hay   una moda anti-sentimental y cualquiera que   menciona algo de lo que siente es un romántico y le ponen esa etiqueta descalificadora».

A propósito, evoca la película «El lado oscuro del corazón», del realizador argentino   Elíseo Subiela, como una manifestación del sentimiento en el mejor sentido de la palabra.

Para Benedetti, el éxito del film «es un síntoma de que la gente tiene necesidad de los sentimientos, de que le hable con sentimiento y de que pueda expresar sus propios sentimientos».

El poeta apunta que no se puede confundir el sentimiento con lo frívolo, manejado de tal forma que lo que se quiere es estimular el consumismo y todo lo que beneficie el mercado de consumo, cosa muy bien digitada a través de los medios de comunicación.

¿El poeta de los cantantes?

Benedetti no tiene la culpa de que decenas de vocalistas hayan convertido en canciones muchos de sus escritos, y por tal razón no puede ser bautizado como un compositor de canciones. Pero bien que merece ser llamado como «poeta de los cantantes».

Textos suyos han sido musicalizados y figuran en el repertorio de unos 50 cantantes.                          

Pone de ejemplo el caso de Alberto Fabero como musicalizador de la vocalista Nacha Guevara.  Con el trabajo y la presencia de los tres fue montado un recital, cantando  Nacha textos de Benedetti, musicalizados por Fabero. En el espectáculo, el propio Benedetti recitó sus poemas. Este  recital fue luego grabado en un disco.

Joan Manuel Serrat, el regio cantautor catalán, puso su voz y su música a textos de Mario Benedetti para el disco «El Sur también existe», conocido ampliamente en todas las latitudes de habla hispana.

Otra experiencia contada por Benedetti a quien escribe durante la entrevista en uno de los amplios pasillos del hotel Nacional, de La Habana, fue la que tuvo con su compatriota uruguayo Daniel Viglietti, cantautor, trovador, perseguido, por buen tiempo como Benedetti por los regímenes militares que sembraron al Uruguay de terror, llenando sus cárceles de presos políticos, llevando a la tumba y al exilio a miles de hombres y mujeres.

Viviendo en el exilio Benedetti y Viglietti, cada uno por su lado, tenían textos convergentes en su temática.

Un día decidieron aunar esfuerzos para un recital, previa labor de componer los temas que completarían un disco.

El estreno fue en México, con tanto éxito, que al cumplir los diez años tuvieron que repetirlo y llevarlo, a solicitud, a varias capitales de Europa, de América Latina y del Caribe.

En ese momento interrumpo al poeta para recordarle la canción antológica que musicalizó Pablo Milanés con un texto suyo. Y me respondió así: «Pablo Milanés le puso música a un poema mío que no era una canción propiamente dicho. Pero él (Pablo) salió adelante con mucha calidad. Es un poema largo mío que se llama «Hombre preso que mira a su hijo».

Otros cantantes citados por Benedetti entre los que han musicalizados sus letras son Soledad Bravo, Isabel Parra, Isabel Ochoa, Luis Pastor, el grupo Los Solimaleños y otros que suman el medio centenar.

(En el país, nuestra gran vocalista Sonia Silvestre interpreta algunas canciones de Benedetti).                          

Al responder sobre como toca su intimidad el hecho de escuchar la  musicalización de sus letras bajo la  interpretación de tantos vocalistas, Benedetti afirma:

«Para mi ha sido muy buena experiencia, muy útil, en la que creo que el cantante y yo nos beneficiamos mutuamente. Realmente, por razones de oficio, el poeta sabe construir mejor una letra, ya está familiarizado con los acentos, con la rima, con todo ese tipo de cosas. Pero por otro lado, el poeta se beneficia al adquirir una mayor difusión. Porque una canción se conoce más que un poema, aunque (con el riesgo de que) muchas veces, la gente la asimila al cantante».

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