La clase ociosa subalterna, sus pruritos y preferencias

La clase ociosa subalterna, sus pruritos y preferencias

La nueva clase, descrita por Milovan Djilas magistralmente, formada por dirigentes comunistas, burócratas y tecnócratas, arropó el poder político militar en Rusia y terminó  deshaciendo el sistema comunista y apoderándose de las empresas del Estado, del poder político-militar, y con el control de gran parte de los negocios clandestinos y de tipo mafioso. En el mundo capitalista, Thorstein Veblen , en un libro de 1899, que cobra mucha actualidad, describió la “clase ociosa” que rige el mundo capitalista, y se refirió también a la sub-clase acólita o derivada, una clase media bastante similar a la de la Rusia socialista, y que imita los patrones de conducta de los de “primera”. No tienen grandes propiedades, pero dirigen, tienen puestos importantes y algunas acciones en grandes empresas financieras e industriales; dirigen partidos y otras entidades de control económico, político y social.

No tienen yates lujosos, sino botes deportivos; ni jet privado, pero viajan en primera. Visten casi igual que los de primera, y hasta se confunden con ellos. De vez en cuando comparten con los de primera en actividades y lugares de gran exclusividad.

Peor: la clase ociosa establece las pautas del  “consumo ostentoso” y la moda para las clases de más abajo; marca estándares a los clase-medias que,  en países como el nuestro, los asfixian económicamente,  los extenúan psíquicamente y los desquician espiritualmente.

La clase ociosa auténtica suele tener abundante descendencia para garantizar la retención del poder económico y político. La clase derivada y la media tienen que ahorrar para consumir y divertirse. Los estratos más bajos, en nuestros países tienen un gran dilema entre vivir bien y proveerles una buena “preparación” para sus hijos, la única herencia que pueden precariamente garantizarles. Aumenta la preferencia por las relaciones personales no matrimoniadas, ocasionales, sin compromiso. El matrimonio heterosexual pierde  importancia, se prefiere tener pocos o ningún hijos, adoptar alguno,  parirlo sin dolor o mediante cesárea y, muy frecuentemente, se opta por una mascota; No pocos piensan que parir y criar no es romántico, ni práctico ni inteligente.

Muchos insisten en que ya hay demasiadas gentes, lo cual es cierto en gran medida, en particular, si observamos que las actuales estructuras de producción y distribución de bienestar hacen que para muchos la reproducción y el parto sean ser cosas riesgosas y primitivas y la paterno-maternidad, esclavizante.

Los clase-medias devienen consumidores de “cultura”, de cosas y actividades refinadas; viajan, leen literatura light y tienen objetos finos y electrónicos de última generación.

Antaño se decía que la ociosidad es madre de todos los vicios. Pero también, que el ocio orientado a resolver problemas verdaderos y legítimos, es el creador del progreso genuino. Es precisamente en medio de las dificultades y las precariedades que el ser humano evoluciona material y espiritualmente. El sufrimiento y la incertidumbre no se superan siempre ni totalmente con el poder, el dinero o el saber. Dios, sabiamente, se reservó un espacio de incertidumbre y de inseguridad, donde solo funcionan la fe y la gracia: ¡Bástate mi gracia! (2Corintios, 12.7…).

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