En el ámbito educativo (y no es el único) lo que vemos es que lenta pero firmemente pasa a ser un bien de consumo y a perder su rol de derecho social universal. Es lo que vemos en muchos de nuestros países, pobres, desiguales, llenos de inequidad y de violencia. Somos “clientes” y no usuarios.
En su esencia más pura la educación es un sistema de construcción de voluntades, voluntades que colectivamente convergen al servicio de la sociedad, de sus ciudadanos. Cuando esto no pasa, nuestra institucionalidad retrocede, se debilita y el retorno – desde ese estado- es difícil, realmente difícil.
Eso nos pasa cada vez que una – o varias- decisiones gubernamentales afectannegativamente a sus ciudadanos, cuando las directrices no son claras, cuando se improvisa, cuando no hay coherencia ni coordinación, cuando no se tiene claro el norte ni las prioridades. En fin, dar palos a ciegas como bien dicen.
No en vano el método científico tiene como su base “la observación” y en esto que no hay espacio a error; nos invita a observar- en el amplio sentido de la palabra- el panorama desde fuera y también desde dentro, sin pasiones, sin presiones, con una mirada amplia y pensando en las consecuencias de estas decisiones a corto, mediano y largo plazo.
Como sociedad tenemos una gran responsabilidad, cuidarnos individual – y así colectivamente- para no contagiarnos, a mantenernos alertas y tomar todas las precauciones que la evidencia científica ha demostrado que si funcionan al momento de combatir el virus. Como Estado la responsabilidad es aún mayor; deben dar luces de que hay un equipo multidisciplinario que estudia las decisiones con rigor, con base científica y que las toma teniendo claro que unos de sus roles es garantizar la protección efectiva de los derechos de la persona.
Hoy estamos muy lejos de eso. Las más recientes decisiones de los gabinetes de salud y educación dan cuenta de esto y no será posible lograr la confianza de la comunidad cuando no son rigurosos, cuidadosos y metódicos. Necesitamos que la escuela segura sea posible, ese es nuestro mayor interés, pero para que esto se logre, nuestra ciudadania necesita confiar en que las decisiones que guían las acciones, son coherentes y consistentes.