La clave del éxito: una estrategia adecuada (2/2)

La clave del éxito: una estrategia adecuada (2/2)

En la entrega anterior, expresamos que la estrategia debe ser entendida como un proceso. No debe ser vista como una solución ni un problema. Es un espacio incesante de tomas de decisiones, evaluación y análisis, y requiere de un liderazgo establecido. En medio de tantos cambios, los líderes deben ser capaces de tantear y responder, efectivamente, una y otra vez.

Forbes nos indica que menos del 10% de los líderes muestran habilidades estratégicas. Este valor está muy por debajo de los requerimientos necesarios para las demandas de hoy en día. Las instituciones, las compañías y los países necesitan líderes en todos los niveles que les ayuden a lograr y mantener las ventajas comparativas con respecto a las demás y que sean capaces de reaccionar positivamente ante la incertidumbre y las adversidades. Forbes nos explica que un líder debe poseer las siguientes características: pensamiento crítico, acción e influencia estratégica.

McKinsey, en su artículo: “Liderazgo como inicio de la estrategia”, hace referencia al término “brecha de liderazgo” como la situación donde una entidad posee grandes aspiraciones, pero no cuenta con el liderazgo necesario. En ese escenario, se corre el riesgo de que los líderes se sumerjan en los trabajos diarios y no tengan tiempo suficiente para dedicarlo a actividades menos tangibles pero más provechosas como la planificación, la verificación del entorno, el entrenamiento de nuevos líderes y la aplicación de la creatividad a la industria o en las instituciones.

Por un período de cinco años, Harvard Business Review invitó a 125,000 empleados de más de 1,000 organizaciones para entrevistarlos acerca de las capacidades de la empresa a las que pertenecían. Tres empleados de cada cinco compañías, calificaron como débiles la ejecución de sus estrategias.

El líder se encarga de transmitir la estrategia al mayor número de personas posible para que todos trabajen concomitantemente a favor de la misma. Esto permite que sean realmente ejecutadas. La ejecución es consecuencia de la suma de las decisiones y acciones de las personas comprometidas. Para que las estrategias sean ejecutadas, las organizaciones deben asegurarse de proveer a su personal la información necesaria para tomar decisiones y el derecho y responsabilidad que tienen sobre la misma. Asimismo, es necesario el uso de motivadores externos al empleado y, en algunos casos, cambios en la estructura de la institución. Se necesitan líderes en todos los niveles existentes, para que las operaciones se ejecuten de la mejor manera.

La estrategia es la forma en que cualquier entidad puede posicionarse en el sector donde se desenvuelve o hacer frente a las fuerzas competitivas. Michael Porter, eminente profesor de Harvard, resume estas fuerzas en cinco categorías: amenazas de los nuevos competidores, poder de los suplidores, poder de los consumidores, amenazas de productos y servicios sustitutos y rivalidad. En este orden, si la estrategia no toma en cuenta a qué se enfrenta, se está dejando al azar el destino de la misma. No podemos luchar contra lo que no conocemos. Es preciso desglosar la situación y posibilidades en cada una de estas áreas mencionadas e incluirlas en la formulación y ejecución de las estrategias. También se debe considerar las actuales tendencias que prevalecen: la necesidad de innovación, las redes sociales y la tecnología.

En conclusión, la estrategia abre la posibilidad de orientar el camino en la dirección deseada. Además, nos permite tomar en cuenta todos los factores que podrían influir en diferentes escenarios, asegurar la disponibilidad de los recursos necesarios en el logro de metas y nos invita a estar atentos a los cambios para tener espacio y poder realizar los ajustes necesarios. Debemos trabajar en conjunto para formular nuestra estrategia y ejecutarla; esta será la clave para salir a flote en una época de cambios tumultuosos y permanentes.

Es evidente que la diferencia entre las naciones que progresan de una forma más consistente, profunda y rápida y las que no, radica en que las primeras se enfocan en elaborar y ejecutar sus estrategias adecuadamente.
Investigadora asociada: Julissa Lluberes.

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