La «cobardía» de Leonel

La «cobardía» de Leonel

[b]Señor director:[/b]

Los que no conocían el carácter y la condición de estadista del doctor Leonel Fernández Reyna pronto se enteraría cuando a pocos meses de haber asumido la presidencia de la República puso en retiro de las instituciones castrenses a uno de los más prestigiosos y populares militares de los últimos tiempos, el general Juan Bautista Rojas Tabar, cuando este siendo secretario de las Fuerzas Armadas, se equivocó poniendo al primer mandatario en una disyuntiva inaceptable y que lo hizo reaccionar en el acto.

Durante todo su mandato presidencial siempre fue comprensivo, respetuoso y flexible con sus compañeros y subalternos lo mismo que con todos y cada uno de sus conciudadanos.

Ya fuera del poder y habiéndose puesto de moda las persecuciones políticas y las incriminaciones de carácter jurídicas por parte de las presentes autoridades, el expresidente Fernández nunca temió y cuando se decía que era un protegido del Palacio respondía con firmeza que para defender su honra no necesitaba de la ayuda de nadie y es así como todos recordamos su serenidad y decisión de asistir al llamado de los jueces cada vez que fue requerido como en efecto fue sin que nadie pudiera encontrar en su conducta indicios de culpabilidad alguna.

Nadie se ha equivocado con el doctor Leonel Fernández, ni durante ni después del poder porque todos sabemos de su coraje, su temple y carácter menos el presidente de la República, ingeniero Hipólito Mejía.

Sí, solo Hipólito Mejía, confundido con los humos que provocan la suma de poderes que están resumidos en la posición que ocupa, ha sido capaz de calificar al líder de la oposición política de ser un hombre cobarde, temeroso, a quien les tiemblan y les sudan las piernas y las manos.

Solo al presidente Mejía se le ha ocurrido hacer sugerencias e insinuaciones dudosas del doctor Fernández al tiempo que lo califica de ignorante y gallina.

Sin embargo el expresidente Fernández, solo para que este no se equivoque y no confunda la cortesía con la cobardía, en un mitin que se llevó a cabo en la ciudad de San Pedro de Macorís y refiriéndose al gobernante de turno hizo la siguiente calificación:

1) Que no entiende los problemas de la nación porque le hace falta masa encefálica.

2) Que se coló como presidente pero que no tiene condiciones ni siquiera para ser asimilado.

3) Que no es más que un analfabeto funcional entre otras cosas.

Nosotros preguntamos: ¿en la historia de nuestro país se le había dicho públicamente a un presidente tantas cosas humillantes?

Puede ser cobarde un hombre que vocea por los cuatro vientos estas tamañas calificaciones a un presidente con tantos poderes y fama de temerario?

¿Por qué el presidente Mejía no actúa en contra de Leonel Fernández por estos calificativos y ofensas tal como lo hiciera tan fácilmente en contra de periodistas y ciudadanos puebleriles?

No lo hace porque el primero que sabe en este país que el expresidente Fernández es un hombre integro y de coraje con el cual hay que tener cuidado, es precisamente el ingeniero Hipólito Mejía.

Es por la misma razón que prefiere el lenguaje y las acusaciones insulsas y vagas como aquella que profirió en los últimos días cuando dijo que Leonel no usaba calzoncillos ni ninguna prenda íntima.

Pensábamos que el conocimiento de esos hábitos tan íntimos estaban reservados tan solo a él y a su esposa la señora Margarita Cedeño pero vemos que nos equivocamos.

Ojalá y espero en Dios que así sea, al excelentísimo señor presidente de la República no le coja en los próximo días con decirle a todo el país la magnitud y dimensiones de algunos órganos del doctor Leonel Fernández.

Atentamente,

Laureano Guerrero

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