La coca, un cultivo que trastorna la vida y la sociedad colombiana

La coca, un cultivo que trastorna la vida y la sociedad colombiana

Caucasia (Colombia). A los once años de edad, Eder Aguilar soñaba con ser el mejor recolector de hoja de coca de su pueblo, en el noroeste de Colombia, y hoy a los 29, ya con un título universitario, ayuda a reconstruir el tejido social de su región.

Su historia puede ser la de cualquiera de los miles de colombianos que encontraron en los cultivos ilícitos una fuente de riqueza rápida y también efímera, pero a diferencia de muchas otras con final trágico, la suya ha sido diferente.   Eder Aguilar (nombre ficticio), creció en una aldea entre los departamentos de Antioquia y Córdoba, en la próspera región del Bajo Cauca, por las aguas del río que la bañan, y a los diez años, como muchos niños de la zona, cambió la escuela por las plantaciones de coca que enriquecieron a algunos y arruinaron a casi todos.

Aguilar recuerda que su padre, un campesino de toda la vida, empezó a trabajar en la recolección de hoja de coca a mediados de los años 90 cuando los cultivos ilícitos se propagaron por la región y se convirtieron en una actividad “normal” para todos, como sembrar y cosechar plátanos, yuca o cualquier otro producto del campo.

“Empecé a trabajar con él cuando tenía diez años, y a los once ya había cambiado mi sueño de ser futbolista como Carlos ‘El Pibe’ Valderrama por el de ser el mejor raspachín (recolector de hoja de coca) de la región”, cuenta en una entrevista con Efe en Caucasia (Antioquia), la principal ciudad de la zona.   Aguilar afirma que en ese trabajo, que destroza los dedos por las ramas del arbusto, “le ganaba a gente mayor” en cultivos que crecían día a día y que en poco tiempo hicieron que la tierra de las fincas fuera insuficiente para sembrar coca, lo que llevó a los campesinos a derribar árboles para extender las plantaciones a las montañas.

“Había señores que cogían al día tres arrobas de coca mientras yo cogía cinco por las que en 1997 me pagaban 25.000 pesos diarios (unos 22 dólares de la época), ¡y solo tenía once años!”, afirma.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas