La cólera que tengo se multiplica
por mucho que me abstengo se me amplifica
Asalta mis rincones más escondidos
Y sin piedad me expone sin comedidos.
La cólera es pecado de lesa calma
Hombre desesperado ansiedad sin alma
La cólera no abriga temor ni cansa
La cólera es amiga de la esperanza
La cólera me busca el lado oculto
Del corazón aquel que no consulto
La cólera me busca el lado oculto
Del corazón aquel que no consulto
Acude a él desnuda,
Rinde un culto sobre mi piel y recibo un indulto
Ataca mi felicidad labrada
Mi sueño, mi visión, mi eterna encrucijada
Entre una flor el filo de una espada…
Ma s no voy a culparme inútilmente
Por escasa visión o sueño adolescente.
Sucede que hoy, igual que a tanta gente
Ha caído el gorrión…
Y quien quiera cantar honestidades
No contará otra opción que vivir realidades.
Vuele canción, destruya soledades
Y convoque a la acción de todas las verdades…
Mi cólera es amiga de la esperanza…
[b]Vicente Feliu, La cólera.[/b]
Me encontré con Rosa de Valdez, una amiga de muchos años, en una de esas festividades propias de estas épocas. Nos saludamos con alegría y nos pusimos al día. Nuestras vidas plenas de actividades, nos han llevado por caminos diferentes. Durante la conversación, me confesó que había leído mi artículo ¿Escribir, Para qué? y que no pudo terminarlo, porque sintió que había bajado las alas, que me sentía derrotada y que la vida había que vivirla con optimismo. Me quedé pensativa. Las palabras de Rosa me hicieron reflexionar. ¿He bajado las alas? ¿Estaré yo perdiendo la alegría de vivir? ¿Me he dejado golpear tan fuertemente por la realidad que he olvidado lo bueno que es la vida? ¿Me habré vuelto pesimista? Busqué respuestas a mis múltiples inquietudes.
Pensé en la corriente pesimista que permeó la intelectualidad dominicana de las primeras décadas del siglo XX. Pensé en José Ramón López y su libro La alimentación y las razas. Llegaron a mi memoria y a espíritu las obras de Federico García Godoy: El Derrumbe, Alma Dominicana, Rufinito y Guanuma. Escritas hace ya casi cien años, reflejan sentimientos de dolor y frustración sobre la situación política de su época, como fue el caso de Juan, el personaje de su obra Alma Dominicana, quien al enterarse de los tristes episodios perpetrados por los políticos dominicanos, no cesaba de sollozar y lamentarse: Y el viejo Juan, muy pálido, con voz de lágrimas, con acento entrecortado por los sollozos, frente al río que indiferente al inmenso dolor… continuaba musitando el himno de su eterno murmullo, repetía con indignación: ¡Han matado la República! ¡Los traidores, los traidores!
Y al beber una vez más del pasado, de nuestro tránsito por esta historia nuestra, me doy cuenta ¡una vez más! cuán poco hemos cambiado en algunos planos. Y constato que así como sintió que sus pies se hundían en el lodo, que estábamos en el abismo, al borde de un derrumbe, cuando se entregó el país a las fuerzas norteamericanas del 1916; yo también siento que la República Dominicana de hoy, está postrada, lamiendo sus propias heridas, golpeada sistemática y duramente por los intereses de grupos económicos y políticos.
Y cuando miro a mi alrededor, y analizo la realidad nuestra, siento cólera, profunda cólera. Y entonces también me doy cuenta que esa cólera que siento es la que me permite ser crítica con esta realidad que he recibido, que hemos recibido; y esta cólera me facilita vislumbrar un futuro distinto, menos doloroso. Esta cólera me incentiva a seguir luchando para transformar la realidad. Esta cólera me impide ser conformista, aceptando, por comodidad las cosas.
Y Rosa, te confieso, que mientras más cosas negativas veo, más aumenta mi cólera. Cuando escucho esos discursos estridentes, pero vacíos de seres que quieren alcanzar, o quedarse en el poder, a cambio de promesas sin fundamentos, la cólera se me triplica. Cuando veo mujeres exhibiendo sus cuerpos como simples mercancías, mi dignidad de mujer se siente golpeada, siento cólera y me digo que lucharé en contra de ellas, esas mismas que con sus pechos al aire niegan lo que nosotras, las mujeres que buscamos espacios ganados a base de trabajo, hemos conquistado. Y cuando veo a los pocos, muy pocos, que exhiben sus millones sin rubor ante la miseria, también me da cólera. Y me digo que es necesario seguir luchando para que esta sociedad no sea tan injusta y desigual.
Así encontré respuestas a mis inquietudes y a tus observaciones. Gracias Rosa por tu crítica que me permitió adentrarme en mis propias reflexiones.
Más no voy a culparme inútilmente
Por escasa visión o sueño adolescente.
Sucede que hoy, igual que a tanta gente
Ha caído el gorrión…
Y quien quiera cantar honestidades
No contará otra opción que vivir realidades.
Vuele canción, destruya soledades
Y convoque a la acción de todas las verdades…
Mi cólera es amiga de la esperanza…