Sugerimos enriquecer la bibliografía del poder. Que alguien con experiencia y dominio escriba un Manual para mandatos tibios. Sería, desde luego, un producto de exportación porque aquí ya no se necesitarían más ejercicios leves de la autoridad.
Sería un texto de elogio al estoicismo ante las flaquezas y conflictividad de servidores y sectores como estrategia para no perturbar el discurrir de la nación aunque el barco de la cosa pública navegue por aguas procelosas.
Constituiría la apología de un estilo apropiado para países como Austria y Dinamarca cuya gente viene al mundo con un sentido de respeto a los valores sociales estampado en el cerebro. Tímida para la transgresión y el apoderamiento. Personas ante las cuales no son imprescindibles los letreros de no tocar.
Que caminan por la derecha aunque esté borrada la línea divisoria del pavimento. Además este es un país pobre en el que la blandura de gestión sale cara.
Nombrar 25 vice cónsules en Nueva York por temor a que surjan 25 protestas politiqueras que provoquen un auge del antigobiernismo en el seno de la diáspora, figuraría seguramente entre las reglas de oro del susodicho manual, que en su parte introductoria debería exponer el maquiavélico aserto de que el contribuyente dominicano está acostumbrado a pagar la jaba sin chistar.
Acogido mansamente a la metodología de la omisión generosa en materia de sanciones mientras se innova sin cesar para que siempre haya cargos y sueldos disponibles para la expansión incontenible de las relaciones oficiales.