El ojo que no ven corazón que no siente no es un aserto maravilloso pero ayuda a gobernar el mundo. (cinismo).
Algunas verdades incómodas pasan por la congelación antes de salir a la luz pública para confirmación de los hechos como documentos para la historia. Un tristemente célebre embargo con legalidad es usado por los Estados en abuso de autoridad para protegerse contra los posibles efectos de sus propias iniquidades. De una serie de bribonadas y excesos de diversos personajes solo tendremos noticias fieles cuando les llegue la desclasificación, que es un recurso oficial que pone fin al encubrimiento que se aplica con el sonsonete de la Suprema conveniencia del Poder. Actos desafortunados, a veces perversos o crueles en extremo para la sociedad, pasan a un embalsamamiento documental que impide conocerlos a tiempo.
Si a cada individuo se le permitiera hacer lo que el establishment se arroga, podría vivirse abundantemente sin rubores por el pasado. La escapada a la persecución de acreedores a que recurriera cualquier Juan de los Palotes, por aquello del errare humanum est sería dejada por años en el congelador de la casa, sin saberse y sin arruinar nuevos propósitos de endeudamiento.
La borrachera bochornosa de la que alguien pueda arrepentirse luego, por lo mismo del errare humanum est quedaría silenciada, sin salir de la conciencia del que así falló. Se evitaría además que algunos hijos llegados a la vida al margen de las formalidades sociales y de registro civil fuesen invocados contra relaciones conyugales de etapas posteriores. Permanecerían en el baúl de lo personal hasta una tardía desclasificación. Pero eso es un sueño. Por ahora, solo los grandes poderes terrenales tienen derecho a escamotearles huellas a la posteridad.