LA COLUMNA DE HORACIO

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Mala atmósfera para los envejecientes y “envejecidos”
Una indelicada preocupación se extiende por el mundo. Los eufemísticamente llamados “envejecientes” – muchos de los cuales en verdad completaron el ciclo- les están pareciendo demasiado numerosos a estadígrafos y a otros científicos sociales.

Lo que debería ser saludado como logro de la naturaleza, la medicina y el orden social que permiten que más damas y caballeros resulten de larga duración, se menciona continuamente con insinuaciones de disgusto o pesar, o al menos, como algo demográficamente adverso para la humanidad. Los  que estudian el llamado “envejecimiento de la población mundial” magnifican  el sub-rendimiento atribuido a la gente mayor  desde la estrecha visión de suponer que los individuos  solo valen y son imprescindibles  para el prójimo si trabajan como bueyes.

No lo proclaman desembozadamente pero hablan como si solo aspiraran a ver formidables quinceañeras y fornidos tipos imberbes, buenos para someterlos a explotación laboral, en las filas de las entradas al  cine, en los estadios y en los multitudinarios paseos de la tarde. No expresan sin tapujos: “váyanse ya de este mundo, señores que pasen de los sesenta”, pero poco falta para que lo hagan. Menosprecian y les preocupa la presencia  en demasía de los entes de las generaciones precedentes, sin los cuales  el planeta  no estuviera  repoblado  de muchachos briosos  y prometedores. Ellos garantizaron la repoblación. Hombres y mujeres que cumplieron con entusiasmo, responsabilidad y hasta con placer (¿por qué no?) la tarea de procrear cuando ni siquiera el Viagra  existía. Los descendientes  de ese positivo cumplimiento de los mandatos de la naturaleza deberían sentirse agradecidos.

horacio@hoy.com.do

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