LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

Disímiles extremos  de las exageraciones
Las pequeñeces y algunas tonterías pueden dejar de serlo desde que algún político descubre  insospechadas “importancias”. Y por igual, cualquier cosa de enorme bulto nos sería  descrita  como imperceptible o casi inexistente gracia a geniales apreciaciones  de nuestros curiosos entes partidarios.

Verbigracia: en pleno apogeo del uso de los recursos públicos el candidato-presidente redujo aquella contundente ilegalidad, a la condición de mito o denuncia superficial. Quería hacerse pensar que la mucha gente conquistada con cargos, yipetas, nominillas y otros accesos mal disimulados al Erario son pura ficción. Gente que está aumentando de preso y que pasó  a ser feliz a costa de los contribuyentes, que aparecerán en el próximo censo y figura en el padrón, está “desaparecida”, aunque todos sabemos que en realidad pasaron a mejor vida sin tener que morirse.

Pero debemos estar alerta también a la magnificación. Voces de oposición consideran  al país  situado  a las puertas de una guerra civil a causa de unos escáneres. Lo que en 1965 necesito de 42 mil marines para comenzar, hoy sería realidad con solo un furgón de artefactos de Microsoft, que a lo mejor ni siquiera son importados directamente de Estados Unidos, como las tropas del presidente Lyndon Johnson.

A veces, en su desbordante aspiración al triunfo, ciertos influyentes políticos llegan a creer que sería más práctico  convocar a la gente a que salga a matarse en vez de salir a votar. Sobre todo si  cuando se acercan a la hora de la verdad descubren que sus convocatorias a lo pacífico  están fallando. Es entonces cuando, incluso, comienza a soñarse  con coroneles que quieran casarse con la gloria.

horacio@hoy.com.do

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