LA COLUMNA DE HORACIO

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Cuando los hechos hablen
Con típica cultura de oportunismo, algunos políticos tradicionales son escépticos pero también ladinos. Son los primeros en aspirar a un rápido conocimiento del resultado de las elecciones pero a la hora de la verdad también son los primeros en incidentar el trámite de aprobación  de las actas de votaciones que se requieren de todo el país para el conteo final.

Con vocación para el desdoblamiento, muchos delegados de los partidos suelen dar su última batalla como actores de elecciones con la tradicional marrullería de resistirse a convalidar las certificaciones de mesas y colegios cuando sus contenidos desfavorecen a sus representados.

Ahí llega el horrible cuello de botella que atrasa los escrutinios y que en todo nuestro pasado de país “en democracia” siempre generó  desasosiego.

Cuando los liderazgos hablan de “pelear”  o “proteger” victorias en las calles, con “ejércitos” y todo, o  atribuyéndose extrañas habilidades para penetrar al secreto del voto, probablemente tienen también en sus subconscientes el recurso del “paso de la tortuga”, porque tan pronto las proyecciones del cómputo desdicen  de tal o cual proyecto, algo hay que hacer; y nada les parece más práctico que demorar la emisión de los resultados en lo que se traza un“Plan B” para desahuciados.

La fase crítica de las elecciones puede durar pocas o muchas horas. Eso depende del tiempo de desesperación que algunos necesiten para acostumbrarse a la derrota y de paso convencerse de la inutilidad de llevar a extremos los pataleos.

 Siempre ha sido así, porque siempre los principales aspirantes construyen unas imágenes de invencibles que luego  cuesta trabajo desmontar.

horacio@hoy.com.do

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