Fragilidad de las tripulaciones
Las posibilidades de cohesión y permanencia de las dirigencias y membresías de algunos partidos dominicanos están pasando por duras pruebas en estos días.
Conviene que los candidatos y cúpulas correspondientes miren bien a su alrededor y hasta echen un calculito: ¿Cuánta gente de la que nos acompaña estará creyendo todavía en el debilitado quiquiriquí el día del juicio final?
Es bueno también tomar en cuenta que los seres humanos no espantan la mula así por así; como en un santiamén.
En política, el amor a primera vista se da muy poco; e incluso, por más prisa que alguien tenga por pasar del Toyota desvencijado a la flamante Mitsubishi, le conviene parecer desinteresado en lo material.
Imagino que en los conciliábulos que han precedido algunos tránsitos desde la insuficiencia patrimonial y oposicionista a las dulces mieles que solo abundan en Palacio, se ha conversado hasta de principios, ideologías y programas de reivindicaciones sociales.
Habrá tránsfugas que hasta hablaron con sentido de dignidad para proclamar: !Por más que usted vea, yo todavía soy marxista, lo cual extrañaría bastante en vista de su continua propensión a flotar en las bondades del sistema.
Se dio una vez la curiosa migración política de un personaje revolucionario local que anunció su adhesión al gobierno en función de que su cerebro seguía en la izquierda pero que el estómago se le había colocado a la derecha.
A muchos otros seguidores de empobrecidas enseñas políticas se les compra al por mayor. La expedición masiva de papeletas tuerce la proa del navío político en que surgió la Cruzada del Amor, reafirmándose que el cariño por el dinero nunca se perdió.