LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

Que no sea motivo de sorpresa o confusión el hecho de que un estudio de una firma británica señale a los dominicanos como diciéndose felices y situados en la segunda posición de la escala mundial de la dicha. No es otra cosa que una corroboración de que en la lógica festiva de muchos quisqueyanos “cuando el hambre da calor, el mango la refresca”… y que siga el entierro si de eso se trata. Hace tiempo que la “Teoría del Gancho” con que el memorable siquiatra Antonio Zaglul describía a nuestros ciudadanos como espantadizos y desconfiados ha sido reforzada o casi sustituida por el pragmatismo del “nada me huele, nada me hiede”.

El campesino al que dejan sin más tierra que el espacio en el que cabría su propia sepultura tenderá una hamaca sobre ese mismo suelo para esperar, quizás por  años,  que le llegue la guadaña. Cocos de agua, plátanos y gallinas de la cría se turnarán para ponerle ahíto y sonreír. Quién sabe si en el ínterin viene un gobierno que, por dialéctica, coloca al desalojado en pingües usufructos. Los colmados de barrios dan esparcimiento con “frías”, jolgorios y riñas  emocionantes a gente que se siente allí más a gusto que en cualquier discoteca de primera. Para el individuo urbano o rural, de gallera o piscina de hule en plena calle, si no hay derecho a lanzar un sanantonio a pleno pulmón, la vida es demasiado aburrida.

nelsonmarrero@hoy.com.do

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