LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

El reclamo está en pie. ¡Qué emerja repentina, desde lo alto, una voluntad para escudriñar y sancionar! Sospechas  de lo indebido han traído desazón pero a su vez notable pesimismo, pues la amistad condicionada  y los compromisos políticos suelen echar raíces profundas. Aquel que debería esgrimir un hacha para hacer rodar cabezas  está  por lo visto sujeto a consideraciones sobre añejas relaciones, coincidencias programáticas, crujías comunes –anteriores a estar en la papa de manera común también- y liderazgos en sociedad  de cuadros y círculos de estudios  de una ingeniería partidaria “para servir al pueblo”, supuesta execración del comesolismo. “Excúseme de nuevo”.

Dicen que los verdaderos amigos se conocen en el hospital y en la cárcel pero bajo nuestra fuerte cultura de acomodaciones y anemia moral sería un contrasentido mandar a trancar a cofrades para luego visitarlos. Tan engorrosos encuentros con subjúdices tienen que evitarse. Por demás el destutanamiento para “fines de investigación”  y posible  inculpación sería una forma de atropellar  el sentido de  lealtad a que obligaría una inveterada camaradería, sobre todo si   los desvelos por las causas sociales de tiempos idos les hacían parecer camaradas de verdad. “Excúseme de nuevo” ¡Qué buenos momentos para arrodillarse ante el  muro de los lamentos!

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