LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

 El origen común de diversos males

Muchas reflexiones sobre problemas nacionales arriban al mismo punto.  Por grave que pareciera  la presencia de llamas en un incendio, habría que creer que lo peor fue el vacío previo de voluntad en el nivel público  para equipar adecuadamente a los bomberos que allí estuvieron casi a mano pelada. Un puente con diez años sin una reparación que solo hubiera costado millón y medio de pesos no debe  su horrible estado a la furia de una crecida. Ese fue un percance del momento. Habría que ir más allá: a la indolencia de funcionarios que tienen confort y abundancia a ciento cincuenta kilómetros  del problema por el que nada hicieron.

Hay iniciativas que son débiles de nacimiento como sería las muchas veces anunciada y luego incumplida intención de reducir el gasto para que, al furor del partidarismo, no ocurra lo de ahora que la economía está estragada por un déficit fenomenal de 50 mil millones de pesos. Las  generosidades para el acopio de adhesiones electorales  por medio del transfuguismo y las dadivitas para pobres en subasta indican que  en nuestra cultura  política los propósitos de hacer la cosa bien nunca son firmes.

Eso que llaman “voluntad política”, ha fallado en llevar la nave del Estado por el camino mejor,  en dar mantenimiento que eviten daños millonarios al patrimonio público y en  mejorar condiciones de vida extirpando obstáculos que no requieren muchos recursos. El comportamiento de esa tal voluntad  es el de un ente veleidoso que nunca está donde debe de estar.

Lo peor sería que hoy, 16 de agosto, comience a faltar por cuatro años más. Con seguridad que el vacío no se notaría mucho en medio de la solemnidad. Todos los asientos de la Asamblea Nacional estarán ocupados.

 

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