La abundancia de hoy como un problema de mañana
En esta colorida República, en la que existe escándalo y reclamo de mayor riqueza nutricional en la leche para escolares, es ostensible a su vez la ingesta excesiva que afecta sistemas circulatorios, arruina formas corporales con obesidad y lleva a muchos médicos a considerar como problemas sociales el peso excesivo y la vida sedentaria.
La matrícula de los gimnasios crece porque las grasas, proteínas y calorías denunciadas como exiguas en la escolaridad de pocos recursos, campean por su respeto en las zonas urbanas del bien vivir, que es donde con más frecuencia la gente tiene que pagar para que con dietas y ejercicios la curen de la abundancia. El mundo está mal hecho aunque se suponía que con siete días que el Señor dedicó a armarlo iba a ser suficiente para que funcionara bien.
La desproporción es una constante que llena de inconformidad a familias de sectores marginados que sufren cuando el plátano sube de precio y el pan se achica. ¿Pero por qué lado andan las preocupaciones de los grupos chic y bien comidos que tienen que sudar a diario caminando por los miradores para echar por la borda las gruesas carnes y suculentos platillos que se atragantaron el día anterior, sin reparar en sus precios? Las fuertes tasas impositivas y el encarecimiento del petróleo no impiden que sigamos siendo un país excepcional por preferir autos caros; y los proyectos de levantar torres muy elevadas y lujosas son imparables. La tozudez de los constructores de los niveles superiores de la sociedad ya supera a la de los médicos, cuya tenacidad, en todo caso, habría que aceptar como lucha por la supervivencia. A unos les hace mal el filete. A otros, el no poder comprarlo.