Poses doctorales a la vista
La política criolla es tan insustancial y frívola como intrusa. Lo mismo asume el perfil de ente urbano, con chaqueta deportiva, gorra y frases de sabor popular, que el aura de respeto que dan la toga y el birrete.
Igual recurre al lanzamiento de sobres preñados de papeletas o de tarjetas asistenciales que a la proclamación de razonamientos académicos para la asociación con doctos caballeros que piensan y enseñan. Al Aula Magna han ido en estos días los liderazgos partidarios a expresar con simulada solemnidad su identificación con las máximas latinas y la cátedra magistral. Con motivo de las elecciones internas en la UASD, la que nunca ha renunciado a sus coincidencias con barricadas partidarias, a veces sectarias o fanatizadas incluso, allí ha dicho presente como pocas veces la pasión por el poder nacional; porque a veces es difícil establecer dónde termina el académico y dónde comienza el personero que hace causa rara con las aspiraciones al Erario.
Allí, con todo y lo reducida que anda la solemnidad en los lugares nacionales de sapiencia, el epalante que vamos se dice de otra manera: en la marcha indetenibile de los procesos históricos, en el futuro los lugares más señeros han de ser para nosotros.
En el recinto mayor de las profesiones, Amable deja de ser el bullanguero repartidor de tonterías. Aparenta un personaje de lógica y filosofía, como si estuviera familiarizado con los entresijos de los males de la educación superior. Y si por estos días invitan a Vargas Maldonado a dictar una charla en la Biblioteca Pedro Mir, tendría que expresar con aire de hombre agudo e inteligente que: me siento enormemente honrado en las entrañas de este monstruo, en clara alusión a la firma Sun Land, bajo cuyos contratos fue edificada aquella obra.