Políticos en evolución
Dos políticos que parezcan derivados de un tercero no tienen que ser necesariamente iguales entre sí, y menos si la relación entre los tres es básicamente un hilo conductor histórico que arrancó allá por los años treinta y llega hasta nuestros días, que tan distintos son a los del comienzo.
Esto viene a cuento por el debate a propósito de haber sido reclamado el liderazgo histórico del autor de Un cortesano de la Era de Trujillo, el más ilustre co-participante del ciclo del señor de los juegos más pesados que esta tierra ha hollado.
Desde luego que ni el segundo se puso las botas del primero, ni el proclamado relevo del creador de la Cruzada del Amor tiene necesidad de calcar en todo a quien le antecedió y que tuvo sus barbaridades de individuos incontrolables y una candente y sanguinaria banda que sí estuvo siempre muy bien dirigida.
Negar que algunos políticos pasan de una etapa a otra copiándose pero asumiendo rectificaciones y adaptándose para parecer nuevos dentro de su gravedad sería como querer quitarle la razón a Darwin.
En la línea de continuidad hay expedientes cerrados como el de la casa de torturas de La 40 que dejó de ser necesaria. A lo mejor si la evolución pudiera ser de alante para atrás a Trujillo no se le hubiera ocurrido someter a sus enemigos por la fuerza sino con un Peme. Caro pero aséptico. Por demás cuando existe afinidad cualquier antiguo símbolo cobra actualidad. ¿Quién iba a predecir que la generosa de Doña Enma iba a tener una vibrante reactualización con sombreros mejores que los de antes?
Y en lo que a la reelección se refiere, cabe decir que sin esa pasión común la proyección dinástica que comenta no hubiera tenido comienzo ni continuación, Dios sabe hasta cuándo.