LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

En el universo de los servicios al poder, que algunos cínicamente denominan “sacrificios por la patria”, se registra una diversidad de oficiantes; además de que diversos suelen ser también los fines del mandamás. Una misión fue la de Peña Batlle y Balaguer que trataron de justificar y lograron por vías diplomáticas que el Estado Dominicano pagara a cheles por cabeza a los haitianos víctimas de una matanza.  Y otra tarea distinta y previa fue la de los carniceros que hicieron rodar esas molleras en interminables noches y días de cuchillos largos en el año 37. Lo heterogéneo al  nombrar es lo que explica que estén en la misma administración el conciliador con raíces en el anti trujillismo histórico que se llama Rafael Alburquerque y el verbalmente agresivo Euclides Gutiérrez, que llegó con antecedentes en uno de los duros lados de la treintena del “Benefactor”.

No es lo mismo un  Rafael Camilo que organiza y sanea la Superintendencia de Bancos y las aduanas, que un Peña Guaba que pasó de poner a Inespre en la inopia a ganarse un concurso de popularidad entre diputados gracias a los fondos de la Lotería. Los gobernantes suelen relevarse, pero algunos servidores aparecen a continuación en los mismos roles. Luis Acosta, El Gallo de Doña  Enma, hoy está en una repartidera parecida a la Cruzada del Amor, pues ciertas cosas deben cambiar un poco solo para que sigamos en lo mismo.

 

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