Memorial anti unitario de Quisqueya la difícil
De tiempo en tiempo surge en este país algún llamado a la concertación para tratar de colocar el interés de la nación por encima de los particulares con un temario único. Idílica pluralidad que recibe aplausos un momento antes de que surjan cortapisas, reticencias y algunas muestras más de incapacidad para coincidir con los demás.
Para que un sector, entidad o dirigente esté de buenas ganas para conciliar hay que hacerles creer a los convocados que serán sus criterios los que predominarán y que se les reconocería como suya la fórmula de entendimiento que prosperare, pues ya se sabe que el éxito tiene infinidad de padres mientras el fracaso siempre queda en la orfandad. Detrás de las sonrisas de las partes ha de aparecer una coraza que proteja las visiones sobre los problemas que cada uno asume con firmeza y más que nada aparecerá un blindaje para las conveniencias personales, sectoriales o personales. Lo usual es que las coincidencias tengan mucho de apariencia. Por eso la seguridad social suele descarrilarse casi en el instante mismo de ponerla sobre rieles. Y a comenzar de nuevo. Hasta ahora lo que más permanencia ha tenido en el país es el derecho a disentir infranqueablemente, lo que nos hace parecer un mosaico de piezas inconexas de intereses creados. Y ahora les cuento algo muy personal: ayer vinieron a reclamarme por un conflicto de linderos, y mañana tendré que negociar cierta desavenencia sobre mi horario laboral. Tengo pendiente además un agrio diferendo sobre la poliza de mi seguro vehicular. Pero como buen dominicano yo suelo recordarles a mis contradictores que lo mío e mío y que na e na.