LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

Un mocano que quiere y no quiere viajar
Querida Mamá:

No descarto en modo alguno cumplir contigo y aparecerme allá antes que empiece el otoño. Finalmente no hay nada como el país de uno; pero ojalá que para entonces Don Remigio el de Clara se haya sanado y hasta pueda trabajar. Tu sabe el compromiso que tengo con esa gente y si los veo en mala me haría cargo de los medicamentos caros que necesiten, como hice antes.

Pero preferiría que ni Otto ni El Flaco supieran que podría ir a República Dominicana. Esos primos terribles creen que aquí regalan las cosas o que Motorola y Sansung no tienen nada que ver con inflación. Además  de los muchos deseos que tengo de verte y jugar con la sobrinita con que volvió a casa la traviesa de Norma, tengo interés  de ir a saldar una deuda relacionada con la verja que mandé a construirte. Lo  único  es que otras que tengo de este lado son más urgentes, pues aquí no comen cuento con el cumplimiento. En verdad, estando con ustedes la última vez    tuve que tomar un préstamo en pesos para completar el pago a los albañiles.

Voy para allá, pero sé que esa vacacioncita de agosto me podría desequilibrar, no solo por los problemas del día a día en el Bronx sino porque en mi país es difícil sacarle el cuerpo a la vida social.

Esos sancochos en casa de Tila, con esas simpáticas muchachas que son débiles por un río y porque las lleven para Puerto Plata me harían olvidar la crisis solo para encontrarla más grande cuando regrese a este Norte complicado. ¡Voy, insisto, hacia ti mamá mía! Pero si no, ya sabes que las ganas no me faltan. Vivo añorando a mi tierra y solo a veces, como ocurre en este momento, recuerdo lo cara que me sale.

Tu hijo que te quiere.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas