LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

La Iglesia Católica Romana inaugura desde el Vaticano una singular política de apertura a los creyentes. Aceptará el ingreso express a su feligresía de los anglicanos desengañados que quieran desertar. Con la facilidad ya conocida de que los ritos de ambas denominaciones son muy similares.

Se pensaría de primera intención que la Curia Pontificia se ha propuesto pagarles a los anglicanos con la misma moneda, pues se recuerda que el padre Alberto, de estelar figura de la evangelización mediática católica pasó a la episcopal británica para preservar el derecho a fornicar en las playas y donde le venga a dar  las ganas más adelante sin el retronar de la fanaticada del celibato que le hace coro a la Santa Sede.

Ahora el cambiado cura Alberto habla de la Biblia como Dios manda pero goza de lo mundanal como recomienda el célebre fundador de la revista Play Boy. Un agudo compañero de Redacción me dio su propia interpretación de la novedosa aceptación del transfuguismo que las religiones  han optado por fomentar: “Esto no es más que una portabilidad numérica llevada a lo espiritual. Véngase para acá, solo tiene que traer su fe que en nuestra grey caben todos. Y desde luego, podrá continuar con su mismo número telefónico y una que otra debilidad”.

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