Mucha gente digna de nuestro medio sería incapaz de anteponer el afán de lucro sin escrúpulos a los principios pero ¿cómo negar la existencia de otro tipo de individuos que dice presente en esta sociedad del bajadero, en la que uno ha crecido escuchando la apología del dinero como si se tratara del ábrete sésamo? Con frecuencia el propósito de gastar en la creación de alguna razón social, obtener documentos personales o demostrar que algo es viable y no encierra riesgos a terceros o la necesidad urgente de lograr que la fuerza pública esté a favor y no en contra de uno, tendría que incluir -por recomendación de quienes conocen los engranajes del diario vivir- la conjugación del verbo mojar.
Así como la muchacha del cuento famoso tropezó antes de casarse, y no precisamente con los pies, algunas humedades relativas del aire que salen al encuentro del ciudadano local o extranjero para facilitar las cosas no tienen nada que ver con el agua. Desde el simple aporte o propina para el desayuno del burócrata al que no le gusta que lo jodan tan temprano, hasta los porcentajes que son tan persistentes como difíciles de probar cuando se aspira a un contrato o asignación, aquí existen las formas expreso de lograr objetivos. En otros lugares del mundo suele escucharse la expresión: todos los caminos conducen a Roma. En nuestro medio podría pasar lo mismo pero regularmente el viaje hay que pagarlo en efectivo y por adelantado.