LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

Mucha gente digna de nuestro medio sería incapaz de anteponer el  afán de lucro sin escrúpulos a los principios pero ¿cómo negar la existencia de otro tipo de individuos que dice presente en esta sociedad del bajadero, en la que uno ha crecido escuchando la apología del dinero como si se tratara del “ábrete sésamo”? Con frecuencia el propósito de gastar  en la creación de alguna  razón social, obtener documentos personales o demostrar que algo es viable y no encierra riesgos a terceros… o la necesidad urgente de lograr que la fuerza pública esté a favor y no en contra de uno, tendría que  incluir  -por recomendación de quienes conocen los engranajes del diario vivir- la conjugación del verbo “mojar”.

Así como la muchacha del cuento famoso “tropezó” antes de casarse, y no precisamente con los pies, algunas  “humedades relativas” del aire que salen  al encuentro del ciudadano local o extranjero para “facilitar las cosas” no tienen nada que ver con el agua. Desde el simple aporte o propina para el desayuno del burócrata al que no le gusta que lo jodan tan temprano, hasta  los porcentajes que son   tan persistentes como difíciles de probar cuando se aspira a un contrato o asignación, aquí existen   las formas   expreso de  lograr objetivos. En otros lugares del mundo suele escucharse  la expresión: “todos los caminos conducen a Roma”. En nuestro medio podría pasar lo mismo pero regularmente el viaje hay que pagarlo en efectivo y por adelantado.

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