LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

Gobernar, por lo visto,  puede  tener mucho que ver con aquello de “hable ahora o calle para siempre”. 

Recuerdo el célebre discurso en 1961 del presidente Balaguer que comenzó con “Sean mis primeras palabras para felicitar a la Policía”, unos términos violentos y crueles  como las  balas de agentes que horas antes segaron vidas de manifestantes en la calle Espaillat. Para bien o para mal,  es preferible que los gobernados  reciban con presteza, y cada vez, algún “retrato hablado” del pensamiento  más oficial.

El presidente Obama, como muchos otros, usa continuamente la voz para dar fuerza y contorno a su poder.  Habló con brío, casi al momento de suceder, sobre la reciente matanza de Texas. A los críticos  de la  pasividad de EU frente al caso  Zelaya respondió con claridad y hasta con algo de ironía.

Hasta el polémico concierto de Juanes en La Habana le mereció una fina opinión casi en el momento en que ocurría. A diario argumenta, con peso y elocuencia, en  favor de su combatida reforma de salud.

Hasta Hipólito Mejía, a cada rato, nos gustaba o nos dejaba de gustar por lo que hablaba con total puntualidad. Era transparente, aunque luciera ridículo o equivocado. Así al menos la gente sabía a qué atenerse con él.

Con posterioridad lo que hemos tenido es un Presidente que por su frío y distante trato con la prensa, y sus múltiples reservas, hace recordar el crudo refrán del pasado que decía: “los muchachos hablan cuando la gallina mea”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas