LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

En marzo habrá en Francia un “día sin Inmigrantes”. Activistas de distintas etnias quieren demostrarles a los orgullosos franchutes que si los extranjeros no van al trabajo, no consumen, dejan vacías las plazas y hasta se abstienen de bañarse, al país galo entero le va a entrar una cojera de muerte. ¿Pasará en República Dominicana algo de ese carácter pero más definitivo que de repente deje a cargo de nuestra propia mano de obra la tarea de subir paredes y techos, aceras y contenes, producir arroz, caña y café para que siga el mismo abastecimiento efectivo de que disponemos? Les cuento que en los alrededores del puente Duarte y en otros cuchumil puntos de la geografía nacional pueden verse marejadas de “motoconchistas” habituados a una vida muelle de chercha en lo que llegan pasajeros y de requiebros a cada morena que pasa. Están, definitivamente, inutilizados para bajar el lomo. He visto  salas de billares repletas de gente a las 11 A. M. Tipos criollos relajados y felices en el mismo momento en que miles de haitianos sienten la fuerza del sol en sus espaldas y crean infraestructuras en vez de jugar con palos y bolas sobre mesas verdes.

Los haitianos suelen ir a los colmadones alrededor del medio día, sudorosos y agotados, a engüllirse medio salami con galletas y mabí para luego entregarse a la faena. Ese territorio de música, distención en grande y cervezas a borbotones pertenece el resto del tiempo a los hombres de la enseña tricolor sedientos de “frías” y de vida fácil, que prefieren estar hartos de picadera a estar cansados. A esos jamás se les podría decir: “toma tu cruz y ven que el país te necesita”.

Ojalá que esa protesta a la francesa de que hablé al principio, breve y simbólica, se quede por allá, bien lejos de nuestra impresionante “convivencia” y “hermandad” con los vecinos de más allá del Masacre.

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