LA COLUMNA DE HORACIO

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El expediente de endeudamiento o “data crédito” del Estado Dominicano será, inevitablemente, un creciente motivo de espanto y seguramente reflejará cosas como estas: que los contenes  y aceras que se construyeron alguna vez en un lejano municipio se le deben a Deutstche Bank, al que habría que pedirle prestado de nuevo para reconstruirlos porque ya la vida útil de esa obrita se extinguió. El compromiso de pagarla con creces sería lo único imperecedero  como el DDT que el país almacena absurdamente.

La luz que hoy no llega al usuario se está convirtiendo en pagarés. Se originan en la falta de pago de subsidios estatales, una bola de nieve que obliga al país a coger más prestado y que tenga que  pagar por encima   de su valor real el petróleo y el gas natural que en el pasado se consumieron sin que alcanzaran para iluminar bien al país. Muchos años después de que el Chavismo haya pasado de moda, República Dominicana estará pagando el costo de unas generosidades que no nos salvaron de las tinieblas.

Unas terribles cuentas pendientes  estarán acorralándonos largo   tiempo  a causa  del Metro y otros antojos que dejan a la Salud Pública y la Educación con pocos recursos. Cuando apenas el 2% de los dominicanos esté viajando por el subsuelo, el 100% de los contribuyentes estará pagando por las deudas iniciales del proyecto, por los múltiples recursos que habrá que extraer de sus bolsillos para subsidiar ese transporte y porque a causa de la mala orientación del gasto público ya el Gobierno tiene que coger prestado hasta para lo elemental de pagarles a sus empleados. ¿Habrá para entonces quien se atreva a decir que este país nos pertenece?

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