LA COLUMNA DE HORACIO

LA COLUMNA DE HORACIO

Tras el “fin de la historia” -seguido por regresos a etapas que se creían superadas-, para notables contemporáneos resulta más práctico ser izquierdoso que ser izquierdista. Así la CIA solo te mira con el rabo del ojo y logras que el Hermano Mayor postergue cualquier decisión sobre ti en la confianza de que las maromas retóricas de concesiones internacionales a Chávez y a Fidel pronto  serían seguidas por acciones contundentes como las que beneficiaron a  la Barrick Gold. “Excúseme de nuevo”, que hay pasos que deben darse de noche y cuando todo el mundo cree que el Congreso está en receso.

Por razones prácticas, el Hegemón  (como habría dicho un critico de fuste) se vale de las matemáticas para encasillar. Te cuenta con minuciosidad cuántas  van de cal y cuántas van de arena, y mientras el balance luzca parejo, para él no pasarás de  “berrendo”. Aunque le hagas apologías al “pensamiento revolucionario”, te lo perdonará si  con frecuencia participas en muy reservados coloquios con Cisneros y Bush padre en Casa de Campo. Podría creer incluso que eres más sincero cuando te deleitas con las visiones e intereses del alto conservadurismo. Los izquierdistas propiamente dicho compadrean en una sola dirección. El izquierdoso (que es un ente de ámbitos diversos) tranquiliza los cargos de conciencia por sus retractaciones ideológicas, evocando en tertulias a Ho Chi Minh y a Lenin para luego, desde Altos de Chavón, sacarle la lengua a sus  símbolos. Y “excúseme de nuevo”, pero los que aspiran a mediadores tienen que entrenarse navegando en las dos aguas.

Publicaciones Relacionadas