LA COLUMNA DE HORACIO
Algunas consecuencias de la restricción monetaria

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO<BR></STRONG>Algunas consecuencias de la restricción monetaria

En una carretera no lejos de  Nizao estuve de cara a la violencia popular  en contra de los apagones, pero las pedradas de los manifestantes no llegaron a los parabrisas. Eran unos debilucho, en consonancia con las casuchas y los conucos. Si en cinco kilómetros de recorrido por un campo usted no alcanza a ver más de 10 matas de plátano en medio de la aridez, 6 de guandules y apenas un mini plantío de yuca, jure que la gente del lugar no puede  siquiera protestar porque se marea. El hambre nunca ha sido ajena a nuestra  realidad y  tiende a exacerbarse.

Recientemente en medio  de una  congestión de tránsito por el sitio que llaman Timbeque vi dañarse un destartalado taxi cuyos pasajeros siguieron  a pie, y con prisa, hacia su destino. Se trataba de una embarazada evidentemente pobre y a punto de desembarcar acompañada de quien parecía su marido. Era difícil establecer cuál de los dos estaba más enflaquecido. Como tampoco podía explicarse con  cuáles  energías habían procreado. Era claro que para ellos las  cosas estaban mejores el año pasado. Si el Banco Central reparara en lo cascarrabias que se ponen las personas cuando el calor arrecia al tiempo que la  desmonetización, quizás retirara menos circulante.

Damián, un herrero del sector informal  que veo deambular solo cae preso por riñas en dos situaciones extremas de su existencia: cuando gana mucho dinero en la faena, pues se lanza a largas parrandas que pueden incluir peleas;  o cuando el dinerito de una semana floja se le acaba a las seis de la tarde del sábado cuando sólo  ha pasado un rato en el colmadón. Cualquier frase que le  llegue  le parecerá hiriente y comenzará una bronca. Todavía el jueves no le aceptaban fianza.

horacio@hoy.com.do

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