Hoy 
Sé que pronto se van a necesitar flamantes damas y señores para la Cámara de Cuentas y con tal de acertar esta vez deberían ir a buscar candidatos estableciendo previamente un patrón o molde de las condiciones ideales para los cargos.
Cáptese, preferiblemente, a personas que les tengan fobia a los metales, comenzando por el oro y la plata.
Y si sucede que llegan a sudar frío y a sufrir taquicardia si se sienten en la inminencia de un crecimiento del ingreso, encontraríamos el grado de desprendimiento personal que conviene.
Tengo entendido que encontrar a alguien así en República Dominicana costaría gran trabajo, pero no hay peor diligencia que la que no se hace.
Convendría también buscar aspirantes del mayor desarraigo: sin tíos, hermanos, primos, cuñados ni amigos. Eso seguramente sería más fácil de lograr que una efectiva vacuna contra el nepotismo, un mal que ahora incluye la extraña propensión a rifar los cargos para que los paniaguados no se quejen de falta de equidad.
Un formulario para desentrañar debilidades por costosas diversiones debería llenar cada individuo preseleccionado.
¿Preferiría usted el hermoso campo con hoyos del Metro Country Club o el de Guababerry? ¿Es usted de los que creen que sería más gratificante esquiar en Vail, Colorado, que caerle a palos a una pelotita de golf?
El juez perfecto, limpio de alma y desvinculado por completo de quienes escogieron a los anteriores, debe aparecer pronto, en cualquier sitio. Preferiblemente en lugares situados a considerable distancia de las narices del gobierno.
