Hoy 
Acortar distancias con atajos y moverse a velocidad moderada hacen que la gasolina rinda más pero esos resultados favorables no están garantizados en República Dominicana.
El estacionamiento en paralelo, que está prohibido en la mayoría de los casos, y la circulación, igual de transgresora, en vía contraría de muchos automovilista convierten a las calles interiores, adyacentes a las principales, en laberintos obstaculizados que hacen trabajar más el motor y nos llevan a vegetar en la zona urbana con un consumo elevado. El que toma medidas especiales para ahorrar carburantes en Santo Domingo de todas maneras queda mal con el amigo, con el empleador y con sus relaciones en el amor, pues no llega a tiempo a ningún compromiso.
Recientemente me desplazaba por la avenida Kennedy rumbo a una oficina de abogados para un papeleo crítico de ahora o nunca. Cerrar una operación ya mismo o esperar dos años más a que apareciera otra buena oportunidad. De repente me vi atrapado entre tres opciones para desperdiciar gasolina a marcha lenta y sin llegar a tiempo.
Podía eludir el elevado, en ese momento tan congestionado y lento como la vía a nivel de suelo; o entrar al terrible paso de tortuga de las intersecciones dominadas por Amet y los semáforos. También podía internarme por la zona de Naco a abrir trochas sobre la jungla vehicular y perder medio día de bregas en el trayecto que incluye generalmente tener que esperar a que 1,200 padres o madres de familia dejen a sus hijos en las puertas de colegios. No lamento haberme decidido a lidiar con los entaponamientos ligados al año lectivo. Sin helicóptero, por cualquier vía me iba a ir mal.
