LA COLUMNA DE HORACIO
El dólar siempre tiene la palabra

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Comúnmente llamada  “divisa”, que es tanto como decir consigna, fuerza o razón de ser, la moneda norteamericana suele dar señales al mercado de que las cosas andan bien o andan mal para algunos sectores, aunque para todos los fines el ciudadano ordinario, el de la vida en pesos, siempre lleva las de perder. Sea porque la tasa subió; sea porque bajó.

Lo primero es que en sus ascensos la tal Prima –que más que pariente parece   enemiga-  provoca  “actualizaciones” de precios al consumidor final que no exceptúan área alguna. Hasta el alquiler de mulas en la zona del Pico Duarte sufre cambios tarifarios como si el verdor del dólar fuera su alimento y no el de la clorofila.

Las reacciones a las cotas de canje son de  una ingratitud inexplicable. Muchos de los intermediarios del ámbito nacional son diligentes  y efectivos  cuando el alza  es lo que les conviene, y de una asombrosa timidez y conservadurismo cuando la baja es lo que procede.

Muchos artículos de consumo regular cuestan hoy como si Hipólito Mejía todavía fuera presidente y la moneda nacional estuviera en su máxima depreciación. O como si el que nos libró de él se hubiera puesto peor, que es como efectivamente los políticos han venido decepcionando al país.

Véase si no lo que sucede: la economía va a ser estabilizada con un acorralamiento del dinero en bóvedas bancarias para que haya  menos pesos corriendo detrás de los dólares; pero también muchos ciudadanos corriendo detrás de unos  pesos que no se dejan alcanzar. Una larga reducción  de la liquidez permitiría al gobierno cantar victoria con  una  tasa anclada, pero en el ínterin quedará tanta gente arruinada o emigrada que va a faltar quórum para celebrarlo.

horacio@hoy.com.do

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