A juicio de algunos desilusionados espectadores, en este medio es imposible reunir a los políticos para que sean mejores, pues siempre aparecerán en el convite las colas afrentosas que inducirían a repetir conductas.
Y por la misma razón surge de continuo la parte interesada que pretende justificar los errores porque anteriormente otros los cometieron.
Fantasmas de vivos y muertos, como Trujillo, Balaguer, Jorge Blanco, Hipólito, ex-consejeros de Estado y ex-triunviros, siguen rigiendo la vida dominicana. Se les invoca cada vez que es necesario citar a héroes o a antihéroes para justificar el presente; y lo que es peor: para tratar de convencer a la nación de que los desatinos siempre tienen alguna justificación. Mal de muchos
Aquí no debería hablarse de campañas proselitistas sino de guerras de justificaciones y descalificaciones con el oportunismo de la recurrencia al pasado. País en el que 30 años después que un presidente dijo prefiero un enemigo en el exilio que un enemigo muerto, otro repitió: prefiero pagar para que no haya que matar.
En la política criolla, la mujer del César no debe ser buena y parecerlo sino mala y no negarlo.
La conveniencia de traer a la memoria sus adulterios para salvar los matrimonios partidarios del presente siempre va a aparecer.
Sus infames correrías serán actualizadas una y otra vez para convencer a la nación de que lo malo siempre merece un espacio y que no se puede perder tiempo buscando perfecciones. ¡Qué siga la fiesta, que el propósito de enmienda no está reconocido!
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