LA COLUMNA DE HORACIO
La escasa presencia de mujeres en el gobierno

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En el resto de los países sería una simple hipótesis la versión de que un mundo gobernado por mujeres marcharía mejor.

En República Dominicana estamos muy cerca de poder afirmarlo categóricamente por lo pésimo que nos ha ido bajo la égida de los hombres y porque en los tres últimos períodos gubernamentales en los que hemos visto crecer las crisis y las desigualdades sociales un emblema morado escasamente dado a  la feminidad  se ha enseñoreado.

Es el partido que de manera resuelta prefiere más a ellos que a ellas en el gabinete, en los escaños  congresuales y en los puestos directivos de la organización, de la que no debiera decirse más que tiene como emblema una estrella sino algo que debería llamarse “estrello”, de puntas fálicas,  para parecer más macho.

Muchas de las políticas y estrategias de gestión que luego nos desilusionaron se fijaron, y se seguirán fijando, en claustros predominados por seres que al ir a orinar lo hacen parados, barrigoncitos los más en su falta de preocupación por la línea, y capaces de eructar en vez de sonreír, lo que jamás haría una representante del sexo opuesto en medio de un debate.

Además aquí la rudeza de las ineficiencias gubernamentales vienen desde hace tiempo con un marcado signo masculino: vivimos espantados por el delito, golpeados por los precios y los bajos salarios y el exceso de gastos que produce el clientelismo.

Aunque algunos  prefieren llamarles “botellas”, en realidad se trata de algo que se describe mejor con la palabra parasitismo, nombre del mismo género de los entes de barba y bigote que con bastante frecuencia llevan a los países al fracaso.

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