LA COLUMNA DE HORACIO
La tontería esa de las
500 millas de Indianápolis

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO<BR></STRONG>La tontería esa de las<BR>500 millas de Indianápolis

Me asombra el mucho dinero que gana cualquier piloto de la Fórmula Uno o Indianápolis por ir al volante de unos bólidos a velocidades demenciales pero en circuitos cerrados, sin que en sus horizontes pueda aparecer algo que ruede de Fenatrano, o  Conatra ni un desesperado tipo del llamado “Concho”, que cree que se va a morir de hambre cuando comience el Metro y a lo mejor preferiría  hacerlo desde ahora estrellándosele  al primer  miembro de la burguesía que se le ponga por delante, preferiblemente Diandino.

¡Cuánto me complacería que Michael Schumacher, el multi-campeón de las más difíciles competencias de velocidad en el mundo pudiera verme, siquiera por vídeo, lidiando por girar de mañana en la intersección de la avenida Máximo Gómez con Kennedy! ¿Cuándo en su alemana vida ha visto que le viene encima un camión de 60 toneladas en el momento en que se supone que es a  él a quien corresponde doblar hacia el carril por el que avanza una intrusa máquina infernal?

El admirado Michael estuvo acostumbrado a correr para ganar. Aquí hay que hacerlo para salir del tráfico con vida y que el cuerpo y el frágil auto de uno no queden estampados en la parte inferior de un vehículo pesado.

A las estrellas del automovilismo les miden el tiempo en que tardan en llegar hasta alguna meta  acelerando por vías bastante seguras. En Santo Domingo lo que vale al conducir es la suprema virtud del auto-control. Sobrevivir cada día a las 750 imprudencias del prójimo motorizado es una hazaña mayor, aunque los premios en metálico seguirán siendo para quienes corren por vías y curvas libres de locos sueltos.

horacio@hoy.com.do

 

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