LA COLUMNA DE HORACIO
La versatilidad de la economía agrícola

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO<BR></STRONG>La versatilidad de la economía agrícola

No es lo mismo decir aguacate con destino al consumo externo que aguacatito para rangos de ventorrillo o distribución a pedales por los barrios de la periferia. No es lo mismo decir mango, casi a media voz, al tomarlo de una lata a nivel de suelo, que ¡MANGO! así con mayúsculas, con libra y cuarta de peso e  impresionante por  su color y el grosor del mesocarpio.

Desde luego que tampoco es lo mismo un precio que otro. Los productos de primera que aparecen en el mercado se expenden con una facturación dolarizada y a título de excedentes. Los furgones se fueron y los dejaron pero aquí les queda un rango de clase aparte, y para disfrutarlos hay que estar a tono con el per cápita de EUA. Si no se  “está en la papa”, tampoco se pueden obtener  otras delicias del campo. Me dicen que hay plátanos, yautías y berenjenas que los llevan  directamente al exterior.

Sus productores ni siquiera intentan ponerlos  disponibles del comprador local, pues lo expondría a arruinarse si cree que fueron cultivados para él. Con el cacao y el café sí que el consumidor dominicano tiene que jugar un papel importante. Como todos sabemos, solo lo mejor de esos granos logra cruzar fronteras para un blanco de público (literalmente hablando y preferiblemente rubio) que solo acepta la máxima calidad.

Pero quienes en verdad salvan a los cultivadores somos nosotros los criollos, dispuestos siempre a conformarnos con lo marginal. Sin la modestia  adquisitiva y buena voluntad de todos los que componemos el mercado nacional, abundantes productos descalificados para el libre mercado se perderían y las fincas se hundirían. Sin los  devaluados destinatarios de imperfecciones no se podría hablar de economía agrícola.

horacio@hoy.com.do

Publicaciones Relacionadas

Más leídas