LA COLUMNA DE HORACIO
Los riesgos de comprar al  margen de intermediarios

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Algunos placenteros viajes a los lares provincianos incluyen paradas en el camino. El automovilista es atraído por el colorido de frutas y viandas y por lo que es una mentira: comprar cerca de donde viven y trabajan de sol a sol los agricultores resulta barato.

La teoría en boga es que los canales de comercialización encarecen la vida y que bastaría con suprimir intermediarios para abaratarla. Sin embargo, el “desvalido”  lugareño no tiene ninguna prisa en que se lleven el racimo de plátanos que ejerce atracción, y usted,  con tal de no irse con las manos vacías, terminará pagando por algo   que en esos días le hubiera costado 30% menos en la ciudad.

Algunos trashumantes se detienen fascinados por pilas de mangos a orillas de las vías, y aunque  al pagarlos crean que iban de robo, ocurre que en el apogeo de las cosechas los mercados capitalinos se saturan de la fruta y los precios caen. ¿A santo de qué ir a Baní a buscar lo que aquí sobra y se pudre?

Otros viajeros ilusos y despreocupados se detienen en paradores a comprar potes de conservas  y artesanías “propias de la zona”. El entusiasmo por lo regional hace pasar por alto que se trata de artículos llevados allí desde lejanos lugares en busca de forasteros tontos que paguen el noviciado.

A veces longanizas y tocinos hacen severos daños al sistema digestivo de excursionistas que  después afirman a pies juntillas que fueron afectados por la mala calidad de productos hechos en el Sur del país desconociendo que originalmente procedían del Norte  y que se convirtieron en tóxicos porque sobrepasaron el  envejecimiento  en un almacén de la muy orgullosa Ciudad Primada de América.

horacio@hoy.com.do

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