Cuando me informaron que el Banco Central se las ingenia para quedarse con una parte de la liquidez que corresponde a la banca, me acordé de los cargos exagerados que el sector financiero aplica a sus clientes, incluyéndome a mí, hasta por la sonrisa de una cajera, o a los 30 segundos de caer en mora.
Esa desmonetización de la acumulación originaria me luciría peor que la de ahora. Me gustaría saber si entre los cuartos congelados por la autoridad del sistema están los que me fueron cobrados arbitrariamente. Sería un alivio que tampoco otros puedan usarlos.
Opino además que la acción de achicar el circulante debería ser selectiva. ¿No podría el Banco Central poner a buen recaudo una parte del dinero que uno paga en exceso por impuestos a los combustibles antes de que se conviertan en aumentos de sueldos y compras de yipetas dispendiosas para cúpulas obesas de poder adquisitivo?
Si las autoridades monetarias hubieran encerrado un alto porcentaje de la liquidez de la OPRET a lo mejor en vez de un elevado para ver la miseria de Villa Mella desde arriba, algo quedara todavía para educar, sanar y mejorar las condiciones de vida de los infelices que siguen a ras del suelo. Cada vez que en este país se hace una llamada telefónica o conexión con el servicio de internet más caro del mundo, gran parte del pago del usuario va a parar a unas arcas que revientan de dinero. Y si no han explotado todavía se debe a que con implacable insistencia, altos jerarcas siempre necesitan de la liquidez que nunca se congela para hacer más lujosas y confortables sus oficinas o agrandar los ingresos básicos a base de dietas, viáticos, compensaciones y gastos de representación.