Ser juez y parte al mismo tiempo es contraproducente hasta en política, la ciencia de las posibilidades, del sofisma y de la arbitrariedad a la hora de interpretar los hechos, y más aun después que esos hechos han dado en las propias narices de los que tratan después de buscar explicaciones.
Juren mis respetables lectores que algunos derrotados apuntarán para otro lado a la hora de establecer los motivos de sus reveses. Ciertamente que el manchón de una reelección asistida por abusos en el uso de los recursos del poder puede ser invocado para ocultar otros factores que influyeran en el resultado, en el que tienen que haber jugado su papel las particularidades y antecedentes de los candidatos; factores negativos que no estuvieron presentes en 1978 y que por tanto no impidieron a Don Antonio Guzmán vencer al doctor Balaguer, maestro del ventajismo desde el Estado.
Tampoco hubo particularidades que frenaran a Leonel para llevarse de paro en el 2004 al contendiente que resucitó la reelección. ¿Solo porque Leonel se aprovechó a horcajadas del Estado vamos a negar peso específico a la influencia que el pasado y la pobreza de los discursos ejercieron sobre sus adversarios, también poderosos?
¿Cómo olvidar que en sentido general todos nos quejamos en su momento del pobre contenido del debate electoral? Si los contendientes de la liza del Presente no lograron diferenciarse lo suficiente de los historiales de partidos, era lógico que un número importante de electores se acogiera a los avatares de épocas cercanas. Otros s ingredientes estuvieron probablemente en la balanza aunque ahora se pretenda decir que el sol solo estuvo tapado por un dedo.