LA COLUMNA DE HORACIO
Rebelión y abstencionismo

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Mi peluquero rabió. Seis veces le han pedido el local pero en serio es ahora que tendrá que desalojarlo, pues no hubo forma de negarle la fuerza pública al propietario. Aunque se trata de un incidente que nada tiene que ver con la política,  encontré al preocupado inquilino maldiciendo el sistema de uno a otro polo,  proclamando que solo votaría en mayo si el Diablo es candidato “para que esto se acabe de j…”.

Otro que recién  abandonaría la democracia  es un taxista que me contó que estando muy tranquilo en su casa fueron a buscarlo preso. Sucedió  que el día antes chocó dos bellos autos  estacionados en la avenida Núñez de Cáceres y siguió como si tal cosa. Alguien apuntó la placa, lo localizaron y tuvo que empeñar hasta la tabla de planchar para que no lo dejaran preso. Según proclamó, en vez de votar  lo que hay que hacer con este país es pegarle fuego por los cuatro costados. Después se le  zafó decir que tiene un tío coronel del Ejército y que como ha quedado en la inopia quizás tenga que ir a pedirle que lo enganche siquiera de asimilado. Así, en un santiamén, de incendiario potencial pasaría a defensor del orden.

Me río con historias  que me cuenta un compadre sobre una sobrina suya que vende inmuebles  y que siempre se siente  como en el umbral de traspasarle un apartamento o casa solariega a algún  adinerado. Sin embargo, en vísperas de elecciones abundan los adquirientes en  proceso  que  de repente  congelan los trámites hasta ver “qué va a pasar en mayo”.

La acreditada corredora de bienes raíces ha dicho con sorna que se declara abstencionista porque no sabe, en vista de la discreción de sus clientes, cuál  de los candidatos sería el que con su triunfo le arruinaría  un buen negocio de 500 mil o más pesos de comisión.

 

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