LA COLUMNA DE HORACIO
Un duro choque de optimistas nos aguarda

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO<BR></STRONG>Un duro choque de optimistas nos aguarda

Si cada candidato  ha manejado sus propios numeritos con alguna particular forma de auscultar el corazón del pueblo, y con buenas o malas encuestas según como se las quiera ver, no queda más remedio  que lamentar que en esta competencia no hayan estado en juego  siquiera tres Presidencias para igual cantidad de sueños triunfales.

Entre los principales contendores -e incluso entre minorías inexplicablemente esperanzadas-  predomina la versión  de que  son invencibles, percepción a la que no escapan muchos de sus propios seguidores.

En República Dominicana, los días siguientes a las elecciones son al mismo tiempo una fiesta y un funeral, con la persistencia  de que algunos se resisten demasiado a que los vayan a sepultar  a tan pocas horas  de haber jurado y perjurado que serían los triunfadores.

El acíbar de los reveses comiciales aquí se toma sin prisa; preferiblemente con hielo y Pepsicola para mejorar su inaceptable sabor. Y no pocos se apresuran a celebrar lo que pronto se evidenciaría en  derrota. En 1978 el Balaguerismo necesitó un largo proceso de angustiosas  impugnaciones de poco sentido que incluyeron la sustracción de cuatro senadurías.

Para que esta democracia sea convincente, y que las consultas electorales transcurran sin traumas, habría que transformar las mentalidades de los liderazgos que construyen sus proyectos con enormes gastos y unas ideas obsesivas que convierten sus necesidades de triunfar en la única verdad posible. En cambio, es impresionante que los ciudadanos  solo necesiten unas cuantas horas para escoger con el sufragio a la persona que recibirá  “el trofeo”  llevándose de paro a los demás que ven  así destrozadas sus ilusiones.

horacio@hoy.com.do

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