LA COLUMNA DE HORACIO
Un mundo globalizado y  de facturación elevada

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO<BR></STRONG>Un mundo globalizado y  de facturación elevada

Si el papel satinado con que envuelven el polvo de café que hemos colado vino de Argentina, y la tinta de impresión es  de Noruega, lo caro que nos cueste no va a ser culpa de un solo país. Hasta las perturbaciones huelgarias de agricultores de las pampas repercutirían en nuestras  tazas.

Cuando uno paga demasiado por un pasaje de aviación debe recordar que  la rapacidad fiscal dominicana lo único que hace es agravar un problema que comienza así: poderosos sindicatos de empleados de aerolíneas  y  pilotos de Estados Unidos pelean y consiguen salarialmente todo lo que quieren, que es mucho. Cada vez que viajamos aportamos a su bienestar, además de enriquecer a los productores de petróleo en Venezuela y a intermediarios en Gran Bretaña y Holanda. El internacionalismo de los comunistas, que se ayudaban de un país a otro a tumbar gobiernos, hacía menos daño. Cuando solo se exportaban  revoluciones, no inflación, estábamos mejor.

El bacalao llega con más banderas que la ONU en sus costos iniciales. Lo conservan con sal italiana después que lo pescan noruegos en barcos de matrícula panameña pero armados en Corea. La madera de las cajas tiene que ver con bosques de Canadá y los clavos provienen de acerías de China. Todo esto a pesar de que en verdad  al bacalao lo extraen de aguas   internacionales. Fuera de que la fijación de su  caro precio lleva detrás una mezcla de nacionalidades, cualquier intoxicación grave y con defunciones que le pueda ser atribuida  tendría que ir a parar al tribunal de La Haya. Nunca imaginé que esta aldea global en que han convertido al mundo pudiera  generalizar  tan contundentemente el pago de los platos rotos.

horacio@hoy.com.do

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