LA COLUMNA DE HORACIO
Una nación “encadenada”

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO<BR></STRONG>Una nación “encadenada”

En muchos años no hemos visto una Semana Santa sin palmas benditas, Siete Palabras, Habichuelas con dulce, viajes a las playas y Santo Entierro. Pero tampoco las hemos tenido sin largos conteos de víctimas ni ondas hertzianas que pongan al país en vilo de Cabo Engaño a la frontera y de Puerto Plata a Barahona.

La mayoría de los ciudadanos se sitúa en lo que mejor le parece. Unos van al sol y la arena y al indefectible trago. Otros reposan y leen en la quietud del hogar aprovechando la ausencia de gente ruidosa; y muchos van a los templos. Dios es más accesible, seguramente, cuando la bachata y el merengue salen de la ciudad conjuntamente con sus cultores y le dejan  la sonoridad de los ambientes a Handel y su El Mesías.

Por el hecho de que la nación se disperse en quehaceres dispares en los días santos no quiere decir que se pierda el sentido de la unidad. La radiofonía de este asueto largo se la luce con su pregón de sucesos y sus inventarios de tragedias a lo largo de toda la geografía  y es raro el rincón en el que los oídos no aparezcan pegados de los receptores.

El primer ahogado de Punta Rucia, en Jueves Santo, muere casi al momento en que todos los demás nos enteramos en el país. El morbo goza un mundo durante el pletórico discurrir en el que las cadenas radiofónicas toman la palabra y les dan la máxima resonancia a los jolgorios playeros.  Son estos los días en que gracias a la comunicación instantánea de los kilociclos, las intoxicaciones alcohólicas, reveladas en informes de la Cruz Roja, alcanzan un grado de difusión que parece convertir a los borrachos en personajes de primera magnitud.

horacio@hoy.com.do

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