LA COLUMNA DE HORACIO
Vientos de carnaval

<STRONG>LA COLUMNA DE HORACIO</STRONG><BR>Vientos de carnaval

No es provechoso –y en eso tiene bastante razón la Iglesia- que el festejo desbordado de máscaras y comparsas se entrometa en la Cuaresma. Pero no se puede dudar de que el desdoblamiento que el disfraz implica es algo que viene a tono con la campaña electoral que ahora toca, simultáneamente con lo religioso.

De hecho, el acontecer político siempre ha encendido la imaginación de quienes anualmente acuden a las mascaradas. ¿No es eso mismo, en gran medida, el trajín populista de los que salen a las calles a repartir ilusiones?

Puede esperarse que alguna trulla carnavalesca rememore con humor en el Malecón el lanzamiento de pollos y cerdos y la entrega generosa de billetes a prosélitos. Lo único es que en política tales repartos se hacen con objetos  de verdad y las  comparsas no tienen que ser tan auténticas para resultar por igual unas pantomimas.

El lanzallamas cirquero, el que espectacularmente simula que su aliento es de fuego y lo arroja por la boca, necesitará un lugar en el próximo actode carnaval.

No sé si se tratará de un moreno alto y de manta, escoltado por doncellas con cortas faldas de cabuya, o un caballero de estatura promedio que se rodee del estruendo de motocicletas. Si son Harley, más cerca se estará de la verdad. Pero hay que estar en la seguridad  de que la representación, para  aproximarse  a lo real tendrá que incluir algún paño del  color de  berenjena.

Los desastres pasados también inspiran a protagonistas de la callejera fiesta  pero algunos lacerantes acontecimientos serían difíciles de escenificar. ¿Cuántos cubos de agua habría que extraer del mar para hacer que una parte de la avenida pareciera anegada por una inmensa y devastadora riada. Con el Yaque,  manejado con negligencia, los hechos siempre superarán a la imaginación. 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas