La Comedia de un cantante

La Comedia de un cantante

POR ALEXIS MÉNDEZ
‘Recuerdo que cuando era niño solía jugar con la carátula de un LP que llamaba mi atención. Era la foto de un personaje que llevaba bastón, sombrero y traje negro. También recuerdo que mi tío Wilfredo prefería una canción de aquel disco, la cual retumbaba en mi memoria: Songoro Cosongo.

Ya en los primeros años de mi adolescencia, cuando empezaba a tomar en serio la afición de escuchar música, llegó a mis manos un casete que tenía la misma portada que entretuvo mi infancia.

Ahora sí podía identificar lo que veía. Se trataba del cantante Héctor Lavoe que imitaba a “Charlote”, el famoso personaje de Charlie Chaplin. La producción llevaba como título “Comedia”, y la canción que repetía mi tío, eran unos versos de Nicolás Guillen, musicalizados por Eliseo Grenet.

Ay negra si tú supieras/ que anoche te vi pasar / y no quise que me vieras / a él tú le harás como a mí / que cuando no tuve plata / te corriste de bachata/ si acordarte de mí.

Se puede decir que aquella imagen y aquel montuno proporcionaron mi primer contacto con la salsa. De alguna manera fui cautivado por Héctor desde aquel momento. Hoy escucho los trabajos de “Comedia” y encuentro la tristeza de unos violines que lloran detrás del jolgorio del Bongó y las Pailas.

Héctor era como la música de “Comedia”. Esta producción es la que más se parece a la farsa que significó su vida, que se presentaba muy sonriente, y en el fondo le brotaba la amargura.

La historia de cualquier cantante hubiese tenido un final feliz, lleno de glorias y fortuna. La de Héctor no fue así. Estuvo rodeado de eventos trágicos que lo convirtieron en el más desdichado mortal. Ahí está la muerte de su hijo de 17 años, a quien un amigo le disparó accidentalmente.

Fueron varios los acontecimientos funestos, tantos que buscó refugios inadecuados, como las drogas. En ocasiones pensó que no valía la pena vivir, como el día en que se lanzó de la ventana de un hotel en Puerto Rico, obteniendo una caída de la cual nunca se recupero del todo.

No obstante, este hombre se encargó de divertir a la gente. Delante de su infelicidad vivía una coraza que lo convertía en un personaje sin igual. Usaba vestuarios que llamaba la atención. Por otro lado sus jocosidades y poses de niño malo eran parte de su show, de su figura artística

De su soneo y fraseo, ni hablar. Este sorprendía a todos con sus improvisaciones. Por eso lo nombraron “El cantante de los cantantes”.

Como ser humano fue excepcional. Todo el que le conoció tuvo algo que agradecerle. Su humildad iba en consonancia con sus orígenes. Porque Héctor fue un tipo del barrio, tan corriente como su nombre de pila: Juan Pérez.

Confieso que cuando lo escucho no me vuelvo loco, como lo hago con Rubén y con Cheo. Pero tengo que reconocer que Héctor Lavoe fue un cantante único, mezcla de ingenuidad campesina, astucia urbana y sentimiento bohemio.

De haber estado vivo, el pasado Jueves, 30 de septiembre, hubiese cumplido 58 años. De seguro que hubiese tenido la fortaleza de siempre, la de un gigante. Aguantando los embates, se pararía frente a su público a cumplir con su deber sin pensar en la comedia que estaba protagonizando.

Vinieron a divertirse / pues pagaron en la puerta. / No hay tiempo para tristeza / vamos cantante, comienza. (Fragmento de la canción “El cantante”. Escrita por Rubén Blades, interpretada por Héctor Lavoe)

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