Llegar a una buena autorregulación en la alimentación requiere aprender a analizar muy bien las sensaciones, a escuchar a nuestro cuerpo y saber qué hacer en todo momento. La salud física se conecta a la salud mental y emocional. El cuidado del cuerpo es muy importante para tener una buena salud emocional. Cuando se mejora la salud física, se experimenta automáticamente un mayor bienestar mental y emocional. Cada persona es protagonista de su estilo de vida y de su alimentación, y para ello debe tener toda la información relativa a los alimentos, sus ventajas y desventajas, saber cómo reaccionar ante innumerables actividades sociales con amigos, de tipo laboral o familiar, que giran en torno a la mesa, donde la comida es el tema principal. No dejes que el estrés y las emociones negativas se acumulen, esto irremediablemente te puede conducir a buscar refugio en la comida. El problema es que la comida es para nutrirse y vivir sanamente y no para calmar la angustia.
Comer para calmarte solo conseguirá empeorar la situación: sentirás culpa, tu cuerpo cambiara hacia la desnutrición, el sobrepeso u obesidad, con esto bajarás tu autoestima y los problemas no se resolverán.
Trata de mantener un equilibrio entre tus responsabilidades diarias y las cosas que te gustan.
Las personas que están emocionalmente sanas tienen las herramientas para hacer frente a situaciones difíciles y mantener una actitud positiva. Si cuidas de ti mismo, estarás mejor preparado para hacer frente a los desafíos cotidianos, cuando se produzcan, y podrás ayudar a los demás con tu ejemplo de cambio a una vida saludable.